El Papa León XIV pondrá fin este martes al periodo de descanso que ha transcurrido en la villa pontificia de Castel Gandolfo, a orillas del lago Albano, un palacio fortificado del siglo XVII.
Han sido más de dos semanas marcadas por la tranquilidad, el contacto con la naturaleza y, también, por compromisos de trabajo. Por ejemplo, el Pontífice interrumpió su descanso el 9 de julio para recibir al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
En esa y en otras ocasiones, para que todo transcurra según lo previsto, se desplegó un dispositivo interno de gran coordinación, liderado por el responsable de la Dirección de las Villas Pontificias, Andrea Tamburelli.
“Nuestra misión principal fue preparar adecuadamente los espacios donde el Papa recibía a sus huéspedes, además de acompañar y acomodar a los invitados”, precisó en una entrevista publicada en el sitio web de la Gobernación del Estado del Vaticano.
La villa pontificia fue convertida en 2016 en un museo para los turistas por decisión del Papa Francisco. Sin embargo, con el retorno de León XIV “hemos recuperado el papel esencial que la Dirección de las Villas Pontificias ha desempeñado durante los últimos cien años: acompañar a los Pontífices en sus periodos de descanso”.
“Tras años dedicados principalmente al mantenimiento, hemos vuelto a consagrarnos plenamente al servicio del Santo Padre”, resume Tamburelli, que constata con orgullo que todo el equipo ha respondido con eficacia como si no hubiera pasado un solo día desde la última vez que un Pontífice se alojó en estas dependencias.