5 de diciembre de 2025 Donar
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7 anécdotas del Papa Francisco que quizás no conocías contadas por uno de sus amigos

Papa Francisco en 2018./ Crédito: AM113 - Shutterstock

Marcelo Pivato conoció a Jorge Mario Bergoglio en 1999. Desde entonces, cultivaron una amistad entrañable que duró más de dos décadas. “Desde el primer encuentro me impactó su sencillez”, recuerda Pivato, un docente jubilado de Buenos Aires.

Aquel primer encuentro se dio cuando Pivato fue designado Director General de Educación del Gobierno de la Ciudad. Él estaba a cargo de todo el sistema educativo público y privado, incluyendo las escuelas parroquiales y congregacionales. “Ahí empezó nuestra relación, con una mirada pastoral muy cercana. No se comportaba como una autoridad lejana, sino como un pastor que quería entender y acompañar”.

El Papa Francisco y Marcelo Pivato en el Vaticano. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato

A lo largo de los años compartieron muchas experiencias. Aquí algunas de las anécdotas más memorables que contó a ACI Prensa.

1. El testigo de una adopción

“En diciembre del 2003 fui a verlo. Yo ya no estaba en el gobierno. Le comenté que con mi esposa habíamos decidido adoptar un hijo. Le alegró muchísimo. Hicimos los trámites y él fue nuestro testigo ante la justicia”, recuerda Pivato.

“Dio testimonio de quiénes éramos ante jueces y defensores de menores. No tenía por qué hacerlo, pero lo hizo con una disponibilidad total. Era su manera de acompañarnos”.

Cuando el niño, José Luis, finalmente llegó a su hogar, Bergoglio no tardó en llamar. “Nos llamó por teléfono apenas se enteró. Y enseguida me dijo: ‘Tenemos que bautizarlo’. Agarró su agenda y me dijo: ‘Lo bautizamos al añito, en su parroquia’. Así fue, lo hizo en la parroquia Niño Jesús de Lugano”.

Jorge Mario Bergoglio bautiza a José Luis, hijo de Marcelo Pivato. Crédito: Marcelo Pivato

“Fue el momento más feliz de mi vida”, confesó Pivato. Ya siendo Papa, Francisco le daría la primera comunión a su hijo en Santa Marta.

2. Un arzobispo que se movía en transporte público

Unos días antes del bautismo, Marcelo le ofreció enviarle un auto para que no tuviera que trasladarse solo. Pero Bergoglio rechazó el gesto con naturalidad, ya que él solía tomar el transporte público cuando era Arzobispo de Buenos Aires.

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“Le dije: ‘Padre, le mando un amigo con un auto’. Y me respondió: ‘No, no, dejá, no te preocupes. Tomo el subte hasta Plaza de los Virreyes y ahí el colectivo 56, que me deja en la puerta de tu parroquia’”.

“Ese era él. Cercano, sencillo, sin hacer ningún drama. Un arzobispo que se movía como cualquier vecino”, recordó Pivato.

3. El fotógrafo despedido

Durante ese bautismo ocurrió una escena que Marcelo nunca olvidó. “El fotógrafo del colegio donde yo trabajaba —que además me conocía desde hacía años— se me acercó al final de la ceremonia y me dijo: ‘¿Sabés que me despidieron como fotógrafo de la Universidad Católica sin darme ninguna explicación? ¿Le podés hablar a él a ver qué puede hacer?’”.

Marcelo no dudó: “Mirá, ya se fue, pero andá a la parada del colectivo. Seguro lo encontrás ahí esperando”. Y así fue.

“El fotógrafo lo alcanzó, le dijo quién era, y Bergoglio lo reconoció enseguida. Le ofreció llevarlo en auto y aceptó, con una condición: ‘Llevame hasta Plaza de los Virreyes, que ahí tomo el subte’”.

Durante ese viaje corto, el fotógrafo le explicó lo que había pasado. “Le dijo: ‘Padre, no sé por qué me echaron. Nadie me dio explicaciones’. Y él le respondió: ‘Bueno, andá a ver a tal persona’ y le entregó una tarjetita”.

Pocos días después, el fotógrafo fue reincorporado. “Lo volvieron a tomar como fotógrafo de la facultad. Y lo más increíble fue que, dos años después, caminando por la avenida Rivadavia, se cruzó con Bergoglio. Lo saludó y él, enseguida le preguntó: ‘¿Qué tal? ¿Te dieron de nuevo el puesto en la Universidad Católica?’”.

“Eso demuestra que no se olvidaba de nadie. Seguía los casos, se acordaba de los nombres, de los gestos. No era un hombre de apariencias: era alguien realmente presente”, agregó Pivato.

4. La actitud de saludar al personal en cada institución

Marcelo resume así lo que fue convivir con un hombre que, varios años después, sería elegido Papa: “Cuando iba a un colegio, entraba y lo primero que hacía era saludar al personal de limpieza, al portero, a los administrativos. Después hablaba con el rector. Para él, todos eran importantes”.

Con emoción en la voz, añadió: “Para nosotros, no fue solo un gran Papa. Fue parte de nuestra familia”.

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Marcelo Pivato al lado izquierdo de la imagen. Jorge Mario Bergoglio en la esquina derecha. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato

5. El gesto de sencillez tras la muerte del Cardenal Quarracino

Esta historia transcurre en la época en que el Cardenal Antonio Quarracino era Arzobispo de Buenos Aires, y Jorge Mario Bergoglio se desempeñaba como su coadjutor. Pivato recuerda con cariño que, ya entonces, Bergoglio era conocido por su estilo de vida austero.

Tras la muerte del Cardenal Quarracino, surgió un curioso incidente relacionado con su vestimenta. En vísperas de la solemnidad de Corpus Christi, las hermanas que atendían el arzobispado advirtieron a Bergoglio que necesitaría una nueva vestimenta litúrgica, ya que la única disponible era la de su predecesor. Sin embargo, había un problema: Quarracino era corpulento, mientras que Bergoglio era muy delgado.

“Entonces él pidió que le trajeran un presupuesto para confeccionar una nueva —cuenta Pivato—. Pero al ver la cifra, les preguntó a las monjitas: ‘¿Quién sabe coser?’. Algunas levantaron la mano, y enseguida les dijo: ‘Bueno, achíquenme la vestimenta del Cardenal Quarracino’”.

6. La historia de su negativa a usar chaleco antibalas

En una de las anécdotas más impactantes, Pivato recuerda que, durante el gobierno del presidente Carlos Menem, Bergoglio fue advertido por los servicios de inteligencia de un posible atentado contra él durante la procesión de Corpus Christi en la Plaza de Mayo. 

“Le pidieron que usara chaleco antibalas, pero él se negaba”, cuenta. Finalmente el Arzobispo Bergoglio accedió, presionado por las autoridades, pero no sin incomodidad. Pivato recuerda que su amigo, al regresar, se retiró el chaleco con mucho fastidio, y le dijo: ‘Nunca más me voy a poner un chaleco antibalas, porque si a Juan Pablo II lo atacaron y Dios lo protegió… a mí también me va a proteger”.

Para Pivato, esa actitud resume su esencia: “Siempre la humildad por delante”. Y recuerda que, incluso como Papa, viajó sin miedo a zonas de alto riesgo, como Medio Oriente o África, pese a los reportes de posibles atentados.

7. El maletín negro que acompañó a Francisco desde sus años como sacerdote

La imagen del Papa Francisco con su característico maletín negro llamó la atención en su primer viaje papal, durante la Jornada Mundial de la Juventud en Río 2013, aunque Pivato asegura que lo usaba desde que era sacerdote en Buenos Aires.

 “Usted recordará que él andaba siempre con una valija de cuero. La negrita. Entonces, un día le regalé una nueva. Le dije: ‘Tome, padre, le traigo una valija nueva, así deja esa que era de cobrador de sábanas a domicilio en la época de mi abuela’. Porque, en verdad, antes se cobraba en cuotas las sábanas y se usaban esas valijitas. Pues nunca la usó. Siguió con esa”, concluyó.

 


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