Cada 27 de mayo, la Iglesia celebra a San Agustín de Canterbury, monje de la Orden de San Benito (benedictinos), quien fuera primer arzobispo de Canterbury (Inglaterra). 

A San Agustín se le considera uno de los más grandes evangelizadores de Europa, a lado de San Patricio de Irlanda y San Bonifacio de Maguncia (Alemania).

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Hacer renacer la fe

Se desconoce la fecha exacta del nacimiento de Agustín; sin embargo, se sabe que inició su vida apostólica y misionera en el año 597, cuando deja la ciudad de Roma, donde vivía, y se dirige a la isla de Gran Bretaña. El santo partió en compañía de otros 39 monjes por órdenes del Papa Gregorio Magno, quien deseaba que el territorio insular europeo fuese evangelizado.

Gran Bretaña había recibido evangelizadores desde los tiempos apostólicos, no obstante, pasados algunos siglos, la Iglesia no había logrado arraigarse suficientemente, y paulatinamente los antiguos cultos paganos se iban fortaleciendo, especialmente tras la invasión sajona de los siglos V y VI.

Acompañado por la Providencia

Esta situación daría un giro importante cuando el rey Etelberto de Kent (560-616) -la región de Kent estaba ubicada al sudeste de la Inglaterra medieval- concede el permiso para la llegada de misioneros y evangelizadores, especialmente benedictinos. Etelberto, siendo un pagano, quiso con esta apertura, complacer a su esposa católica, la reina consorte Adalberta -más tarde, Santa Berta de Kent-. Con el tiempo, el rey mismo se convertiría, pediría el bautismo y moriría santo como su esposa.

Antes de la llegada de los misioneros al pueblo de Thanet, en Kent, y fueran recibidos por Etelberto, el Papa San Gregorio Magno ya había nombrado abad y designado obispo a Agustín. Tras el encuentro entre el monarca y el novel obispo, el rey concedió permiso a los monjes para la predicación y les entregó en custodia la iglesia de San Martín. Las celebraciones litúrgicas y la prédica pública fueron reanudadas, y con ello empezaron a producirse muchas conversiones. Como corolario de aquel renacimiento de la fe, el rey y los miembros de su corte se bautizaron el día de Pentecostés del año 597.

“El apóstol de los ingleses”

La afabilidad de los misioneros, su sencillez, generosidad y fortaleza a toda prueba, causaron una profunda impresión en el rey. Agustín, además, destacaba en medio del grupo. Con esto, Etelberto quedó impresionado, y cada vez más compenetrado con la doctrina que enseñaba el santo, expuesta con claridad y elocuencia.

Entonces, Agustín tomó la decisión de enviar a dos de sus monjes a Roma para comunicarle al Sumo Pontífice lo que estaba aconteciendo. El Papa en respuesta lo nombró Arzobispo de Canterbury y lo exhortó a mantener el favor del rey mediante la humildad y el agradecimiento. Agustín se convirtió así en el primer Arzobispo de Canterbury, la célebre ciudad catedralicia del sudeste de Inglaterra, que retomaría sus raíces cristianas, hasta que, lamentablemente, siglos más tarde, terminó convirtiéndose en centro del anglicanismo.

Inglaterra católica

Agustín cumpliría, sin ser del todo consciente, una labor de importancia histórica: siguiendo las indicaciones del Papa, llevó a cabo la repartición de territorios eclesiásticos. El santo erigió varias sedes episcopales que subsisten hasta hoy, una en Londres y otra en Rochester, consagrando obispos a Melito y a Justo.

Después de haber trabajado incansablemente por la conversión de Inglaterra, San Agustín de Canterbury murió el 26 de mayo del año 604.

Si quieres saber más sobre San Agustín de Canterbury, te recomendamos que leas este artículo de la Enciclopedia Católica: https://ec.aciprensa.com/wiki/San_Agustín_de_Canterbury.

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