Planificación Natural de la Familia

Dr. Luis E. Ráez

Un estudio sobre métodos de planificación familiar publicado en 1995, encontró que menos del dos por ciento de parejas fértiles recurre a los métodos naturales de planificación familiar. Probablemente, este bajo número se explique por la popularidad de la píldora anticonceptiva, el desprestigio del «método del ritmo» o «método calendario» por su baja efectividad, y el desconocimiento generalizado acerca de los métodos modernos de planificación natural de la familia.

Todos sabemos que la principal limitación del llamado «método calendario» radica en que los ciclos ovulatorios de las mujeres no son siempre constantes -pueden ser más largos o cortos- por lo que no siempre la ovulación (y con ello el periodo fértil) llega en la fecha preestablecida. Sin embargo, ahora existen varios métodos de planificación familiar natural mucho más efectivos y que también están en plena concordancia con los principios morales. Es importante destacar esto porque se observa cierto relajamiento entre los católicos respecto a las enseñanzas de la Iglesia en materia de planificación familiar. Aunque muchos católicos no estemos aún preparados para difundir estos métodos naturales a gran escala, no podemos olvidar que la píldora llamada «anticonceptiva» ha sido por décadas denunciada por la Iglesia debido a la posibilidad de que alguno de sus tres mecanismos de acción involucre el aborto espontáneo de bebés recién concebidos. Como católicos, tenemos el deber moral de conocer lo que nuestra Iglesia enseña en este tema tan importante para la vida de la familia y las alternativas que tenemos.

Los nuevos métodos de planificación familiar natural como el del «moco cervical», el «método sintotérmico» y otros, se basan generalmente en los principios científicos desarrollados por los doctores John y Evelyn Billings y James Brown que descubrieron hace más de 30 años que se podía predecir los cambios hormonales que conducen a la ovulación (y fertilidad) mediante la observación simple y directa del moco cervical. Estos estudios no se desarrollaron explícitamente para buscar un método de planificación familiar natural sino para ayudar a las parejas con dificultades para concebir, permitiéndoles predecir los pocos días de fertilidad en el ciclo de la mujer. Como se sabe, de los 28 días de un ciclo normal, una mujer solamente puede concebir en 4 o 5 días debido a la corta vida del óvulo y los espermatozoides.

Los métodos naturales modernos no gozan de popularidad entre los médicos debido a que exigen que la pareja tenga un buen grado de comunicación, respeto, y esté de acuerdo en vivir la abstinencia en los días de posible fertilidad. En una sociedad hedonizada como la que vivimos, esta responsabilidad parece muy difícil de aceptar.

Otra excusa muy usada es el prejuicio establecido y la confusión por el antiguo «método calendario», que no tiene relación alguna con los nuevos métodos. Existe evidencia científica sólida para afirmar que el método del «moco cervical» bien usado tiene una efectividad del 98.5 por ciento, algo muy difícil de conseguir incluso con las píldoras «contraceptivas». Este estudio se realizó entre mujeres pobres y de bajo nivel cultural de cinco diferentes lugares del mundo incluyendo India, y sus resultados fueron publicados en 1978 en la revista Contraception , y posteriormente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1982 en la revista Fertility and Sterility . En el año 2000 el «Programa de enseñanza del Método Billings» en la China reportó que entre sus 992 usuarias no se había registrado embarazo alguno.

Más que preocuparnos por la efectividad de los «métodos», los católicos debemos entender que la abstinencia periódica es probablemente un designio establecido desde la creación. Por algún motivo, cada mujer tiene en su ciclo sólo unos días en los que puede concebir, y si es voluntad y necesidad de los esposos espaciar los nacimientos, se pueden aplicar estos conceptos a la vida de pareja. Enfatizo que no es cuestión de tener un «método» perfecto porque los métodos naturales son sólo una parte de la vida de la pareja cristiana que vive el amor en todas sus dimensiones. Por esta misma razón, no tendría sentido que personas no casadas empiecen a usar estos conocimientos para tener relaciones pre-matrimoniales. Ser cristiano es un estilo de vida que abarca una vida conyugal dentro de la cual los métodos naturales de planificación familiar pueden jugar un papel importante.

La relación íntima entre los esposos tiene un fin unitivo y otro procreador, los métodos naturales bien usados dejan abierta siempre la posibilidad de que voluntad de Dios cree una nueva vida. La enseñanza de la Iglesia sobre la regulación de la natalidad, desde la encíclica Humanae Vitae del Papa Paulo VI (1968) hasta la fecha, con numerosos llamados de atención del Papa Juan Pablo II, ha sido clara en advertir los peligros de la anticoncepción para el matrimonio y la vida familiar. Pablo VI explicaba que «la Iglesia es coherente consigo misma cuando juzga lícito el recurso a los periodos infecundos, mientras condena siempre como ilícito el uso de medios directamente contrarios a la fecundación, aunque se haga por razones aparentemente honestas y serias. En realidad, entre ambos casos existe una diferencia esencial: en el primero los cónyuges se sirven legítimamente de una disposición natural; en el segundo impiden el desarrollo de los procesos naturales. Es verdad que tanto en uno como en otro caso, los cónyuges están de acuerdo en la voluntad positiva de evitar la prole por razones plausibles, buscando la seguridad de que no se seguirá; pero es igualmente verdad que solamente en el primer caso renuncian conscientemente al uso del matrimonio en los periodos fecundos cuando por justos motivos la procreación no es deseable, y hacen uso después en los periodos agenésicos para manifestarse el afecto y para salvaguardar la mutua fidelidad. Obrando así ellos dan prueba de amor verdadero e integralmente honesto» (Humanae Vitae 16).