Famosísimo periodista, novelista, poeta y crítico literario (1874-1935) es una figura única y genial en la literatura inglesa y uno de los autores modernos más frecuentemente citados. Su perspicacia crítica era muy aguda, su campo de acción universal, su vigor invencible. Su periodismo ejerció una atracción magnética mucho más poderosa que lo que de cualquier columnista o presentador de televisión podría esperarse hoy día.

El Popular

El sabio filósofo tomista Etienne Gilson gustaba relatar esta sabrosa anécdota: Dos personajes históricos apasionaron el genial escritor inglés Gilbert Keith Chesterton: San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino.

El "poverello", por que apelaba a su conciencia social, y el santo dominico por que para G.K. ambos compartían en su origen la misma raíz normanda. Un día decidió escribir un libro sobre el Doctor "Angélico". Para ello, el prolífico autor, acudió a su técnica usual cuando se trataba de redactar artículos sobre los temas más dispares: recabar de su extraordinaria memoria los conocimientos necesarios, y el resto dejárselo a su viva inspiración. Fue así como Chesterton dictó la mitad de la anunciada obra.

Cuando unos alarmados amigos le advirtieron que concienzudos eruditos habían consumido sus vidas a través de los siglos estudiando a Santo Tomás de Aquino, Chesterton hizo un paréntesis en su ímpetu creativo y pidió a su secretaria que buscara algunos libros especializados.

- ¿Que clase de libros?, interrogó a su colaboradora.
Chesterton le respondió despreocupado:
- Los que usted quiera.

Con la ayuda de un sacerdote conocido la responsable secretaria se entregó a la búsqueda de tratados y estudios sobre el Aquinate. Al presentarle a Chesterton el fruto de sus pesquisas, G.K. inclinó su jovial rostro, coronado de una leonina melena blanca, para permitir que sus ojillos miopes los recorran a toda prisa, defendiéndose en algunas páginas. Al darse por satisfecho tras breve examen, los puso a un lado y terminó con el dictado.

Más tarde uno de los ejemplares de "Santo Tomás de Aquino" llegó a manos del reputado tomista.

- "Chesterton es desesperante" exclamó Gilson. "He estudiado a Santo Tomás toda mi vida, y nunca podría haber escrito un libro como el suyo. Sólo un genio es capaz de esta hazaña".

"G.K" Chesterton - como a él le gustaba firmar sus escritos- fue uno de los más extraordinarios personajes que han surgido entre los católicos de habla inglesa en este siglo. Y sin lugar a dudas, uno de los menos convencionales. Polemista impetuoso e incansable, ensayista, periodista, poeta, dramaturgo, autor galardonado y propagandista, pasaba del artículo fugas y humorístico, al ensayo grave y erudito. De su pluma salieron miles de artículos y más de noventa libros. Su memoria para retener los datos que leía se torno legendaria. Un amigo relataba que podía absorber los libros "como una aspiradora".

"Soy sobre todo un periodista" escribió en su autobiografía. A este "periodista" se deben otras obras de extraordinaria prosa como "Ortodoxia"; "Heréticos"; "El hombre sempiterno"; "Magia"; "El juicio del doctor Johnson"; "La pequeña historia de Inglaterra"; "El hombre que fue jueves"; la serie de aventuras y de misterios en la que el principal protagonista es un sacerdote católico, el padre Brown; "El Napoleón de Nottin-hill" que se adelanta a las denuncias de Aldous huxley y George Orwell sobre una sociedad dominada por un "superestado". Quizás fue el Papa Pío XI quien mejor lo catalogó; llamándolo "defensor de la fe" el primer inglés es recibir tal título desde los oscuros días de la reforma.

Chesterton no podía vivir sin un constante fluir de ideas en su cabeza. Inconforme y crítico de cuanto veía negativo, sus escritos intentaban dar alternativas y soluciones. El caso de su inspiración para escribir "El Napoleón de Nottin-hill" es característico. Un día se encontraba paseando por las calles de un distingiodo barrio londinense, relatándose mentalmente historietas de asaltos y asedios feudales, a la manera de Walter Scott, y tratarlos de apliarlos vagamente al "desierto de ladrillos y concreto" que lo rodeaban. Su Londres natal se había transformado en una urbe despersonalizada, llena de gente anónima.

Frente a sus ojos se alzaba un centro comercial vivamente iluminado que rompía la monotonía. Una pequeña isla que seguro el imaginario enemigo debía conquistar. Unos juegos de agua cercanos debían ser el blanco de ataque. "Se me ocurrió de repente -recordará Chesterton más tarde- que la captura de esos juegos de agua pudieron significar, en verdad, e golpe militar de inundar el valle, y , con aquellos torrentes y cataratas de aguas imaginarias, invadió mi mente la primera idea de un cuento llamado "El Napoleón de Nottin-hill".

Sus relatos expresan sus ideales, sus posturas políticas. "Nunca he tomado en serio mis libros; pero tomo muy enserio mis opiniones", sentenció en una oportunidad.

G.K. Chesterton fue desde muy joven un hombre público. Su pluma impetuosa, su gusto por la polémica y su incomparable figura -pesaba ciento veinte kilos y medía 1.83 metros de altura- lo convirtieron en uno de los personajes más popular de la Inglaterra.

Un testigo presencial de sus debates con George Bernard Shaw, amigo íntimo pero con quien no estaba de acuerdo en nada, lo describe vivamente: "era un señor gordo y bracicorto, rebosante y fruncido, que juntaba las manos sobre la barriga, retorciéndolas a medida de que iba expresándose, y que, entre labios, burbujeaba algo que si no llegaba perceptiblemente a los demás, le producía a él sobrada hilaridad al emitirlo para no poder siguiera llevar a feliz término las fases".

"Chesterbelloc"

Increíblemente distraído para las cuestiones prácticas, nunca consiguió (ni le importo mucho) vestirse con corrección. Andaba siempre desaliñado. Su esposa Frances Blogg optó por cubrirlo con una capa y un sombrero de ala ancha que, junto a su sable-bastón, su bufanda sobre los hombros y sus anteojitos de montura metálica, se convirtieron en su sello característico.

Fue justamente en una polémica donde conoció a otro personaje católico que sería decisivo en su vida: Hillaire Belloc. Este ya era famoso orador en Oxford. Después de escucharlo polemizar, ambos se retiraron a un pequeño y oscuro café en el Soho donde se inició su amistad. Más tarde publicarían juntos un periódico semanal de denuncias llamado "Eye Watch", el que a juicio de Chsterton revolucionó el periodismo Inglés.

Belloc y Chesterton formaron una pareja de adalides en una serie de causas que iban desde la oposición sincera a las guerras de los Ingleses contra los boers sudafricanos, una diversidad de asuntos de tipo social y, cuando este último se convirtió al catolicismo, la propagación de la fe en un ámbito agnóstico y naturalista. Formaron un conjunto tan compacto en la comunión de las ideas, que el mordaz Shaw los bautizó irónicamente "Chesterbelloc".

"Nada convencional"

Este personaje tan poco dado a lo formal nació, en el seno de una familia ultra convencional, el 29 de mayo de 1874. Sus padres pertenecían a la clase media "un poco anticuada", afincada en Kensing-ton donde su padre encabezaba un negocio de bienes raíces.

El niño, vivas, aprendía rápidamente de memoria las mejores páginas de literatura inglesa, al extremo que a la edad de siete u ocho años conocía a Shalkespeare sin entender bien que significaban las palabras. Desde entonces tenía la costumbre de recitar o contarse de memoria cuentos y relatos en los momentos más inesperados.

Su juventud está marcada por un recorrido de los "ismos", sin mayor convicción y casi a la deriva. Se acerca al socialismo, al radicalismo, al liberalismo. Su inconformismo fue proverbial, "odiando lo que a la mayoría de gente le gusta" por convencionalismos vacíos. Muy joven se inició como periodista en el "Daily News", carrera que le dará renombre.

Descreído como la mayoría de los jóvenes de su generación, trata amistad con el clérigo de la "High Church" llamado Conrad Noel. "Había - relata G.K. - ciertamente dos tendencias en lo que se llamaba emancipación de la fe de credos y dogmas del pasado". Este personaje, poeta y aristócrata ex céntrico, se consideraba "socialista cristiano" y participaba en un grupo llamado "Chritian Social Union", y apareció cuando Chesterton "no tenía religión".

Noel despierta en el periodista una preocupación por lo religioso y social que nunca lo abandonará. Desde aquella plataforma anglicana se dirige a los obreros de Nottingham tratando de lo que consideraba el deber cristiano hacia el problema moderno de la pobreza industrial.

Es una etapa de búsqueda para Chesterton. Estas indagaciones lo conducen al deísmo, a las sociedades teosóficas y éticas. Llega a la conclusión de que no existían las religiones nuevas. Solamente "Israel desparramado por los montes como borregos que han perdido a su pastor, y vi un buen número de borregos salir corriendo, balando, vehementemente hacia cualquier vecindad donde creyeran encontrar un pastor".

Camino a la Fe

El proyecto religioso iba tomando forma en Chesterton Empezó a profundizar en la teología cristiana general, que muchos odiaban y pocos estudiaban. Descubre que las teorías negativas y naturalista que estaban de moda en esos días, no encajaban en la experiencia.

Publica en esta época "Heréticos", que reunía algunos estudios sobre escritores contemporáneos suyos como Kipling, Shaw y Wells explicando como cada uno de ellos "pecaba por error último o religioso". Menudearon las polémicas y Chesterton escribió una bien meditada explicación sobre la creencia de que la doctrina cristiana, resumida en el credo de los Apóstoles "podía ser una crítica mejor de la vida que ninguno de los que había criticado yo.

Se llamó "Ortodoxia". En la sociedad moderna, reflexionaba G.K., sumidero de herejías inconsistentes, la única herejía imperdonable era la ortodoxia. "Una defensa seria de la ortodoxia era mucho más sorprendente para el crítico inglés que un ataque serio contra la ortodoxia para un censor ruso".

El paso siguiente no fue sorprendente. En 1922 G.K. Chesterton se convirtió en catolicismo, asociando su nombre a otros grandes conversos ingleses como Graham Greene y Christopher Dawson. Su retorno al seno de la Iglesia comenzó muchos años antes, cuando su entusiasmo batallador lo llevó a combatir una serie de doctrinas que él consideraba repugnantes: el materialismo, la teosofía, los espiritistas, el capitalismo plutócrata, el socialismo, el escepticismo y todo aquello manifestaba la "disgregación espiritual y moral de nuestro mundo".

Como ensayista y pensador fue comprendido que las verdades universales y perdurables que él buscaba se encontraban en el catolicismo. Luego G.K. confesará, un tanto divertido, como se dio a alocadas búsquedas en clubes anarquistas o babilónicas lo que pudo haber encontrado en el catecismo o en la parroquia más próxima.

"Entre el Cardenal Newman y el P. Brown"

En sus ideas y venidas el ingeniero escritor había trabado conocimiento con dos personajes que lo ayudarían en su conversión. El primero el gran Cardenal John Henry Newman, quien lo antecedió en la conversión y le mostró, a través de sus obras, a Santo Tomás. El otro fue un cura de barrio pobre, el Padre John O´Connor, párroco de Bradford. G.K. lo conoció en 1907 cuando visitó el poblado de Keghly.

Al concluir una conferencia, el escritor fue abordado por un joven sacerdote, jovial y comunicativo. La hermosa campiña invitaba a dar un paseo. Mientras caminaban Chesterton le iba narrando sus proyectos para escribir una obra crítica sobre las injusticias que plagaban la sociedad. Mientras tanto el sacerdote lo escuchaba pacientemente.

Al concluir, el Padre O´Connor (este era su nombre) desaprobó varias de sus ideas por considerarlas muy vagas. "Fue para mí -narraría G.K. más tarde- una curiosa aventura la de encontrarme con que aquel célibe amable y tranquilo había sondeado abismos más profundos de los que yo conocía, y había descubierto en el mundo ignominias que yo jamás pueda imaginar".

Al crear un personaje para su serie policíaca, en donde intentaba presentar a un sacerdote para quien cada caso significaba, además de atrapar al malechor, un enfrentamiento con la maldad y la superchería representada por el Maligno. G.K. pensó en O´Connor. Fue así como nació este particular "Padre Brow", el detectivesco sacerdote a quien Chesterton describía como "un hombre inteligentísismo y humilde. Tan sencillo que un tonto lo puede tomar por tonto".

Cuando la gente le preguntaba por qué había ingresado a la Iglesia Católica él respondía: "Para desembarazarme de mis pecados. Pues no existe ningún otro sistema religioso que haga, realmente desaparecer los pecados de las personas". El perdón fascinaba a este corazón generoso. "Que yo sepa solamente tengo una virtud", explicó en cierta oportunidad: "Yo podría realmente perdonar hasta setenta veces siete".

Promotor social

En el año 1909 un grupo de sacerdotes fundó en Inglaterra la "Catholic Social Guild" con el fin de despertar entre los católicos un mayor interés por las cuestiones sociales, llamándolos a cooperar en la promoción de reformas a partir de los principios católicos. La CSG no planteaba planes ni programas detallados.

Cada católico debía promover el conocimiento de los principios generales y luego aplicarlos a situaciones concretas. G.K. Chesterton y su amigo Hillaire Belloc participaron activamente del movimiento, promoviendo una idea que llamaron "Distributismo", la que se oponía al Socialismo y al capitalismo por igual, y propugnaba una amplia distribución de la gran propiedad en favor de la pequeña, y la disminución de la concentración capitalista.

El ideal de esta posición, promovida por Chesterton desde su propio periódico llamado "G.K. Weekli", era una invitación al retorno a una vida artesanal más sencilla, alejada de la extrema industrialización, donde el hombre viviría en mayor armonía con la naturaleza. En el fondo todo partía de una preocupación de G.K. por la persona concreta, por los pobres y desvalidos. Un critico diría de él: "Chesterton comprendía a su prójimo".

La partida

Aquel 14 de junio de 1936 amaneció triste y sombrío en la casita de los Chesterton en Beaconfield. G.K. había partido para siempre. Inglaterra perdió a una de sus mejores plumas y con ella, algo de su ingenio y buen humor. Uno de los mejores epílogos de la vida de G.K. resulta ser una frase de un latinoamericano poco formal como Chesterton, que tubo la oportunidad de conocerlo personalmente, el Padre Leonado Castellani: "Pregonero gritón de la gloria de Dios y de la Santa Madre Iglesia Romana, Chesterton abandona la gloria terrena a su contemporáneo y gemelo espiritual Bernard Shaw, y prefiere tranquilamente servir con sus enormes facultades a la plebe de Cristo que no antes que al imperio o al arte que pagan".

Porque me converti al catolicismo

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