Vigésimo primer día

La Sagrada Familia

No se podría dejar de contemplar la Sagrada Familia y meditar estas palabras: Le estaba sometido. Treinta años de la vida de Nuestro Señor Jesucristo están ocultos en esas tres palabras, y he aquí, veinte siglos que la piedad cristiana las estudia y las saborea. La familia moderna reposa sobre el cristianismo; y en el Niño, la Madre y el Padre reunidos en Nazaret, encuentra el código de sus deberes, la regla de su jerarquía y el modelo de sus afectos. Como Dios había dado a san José la guarda y el cuidado de Jesús, da a todo padre de familia el cuidado y la guarda de sus hijos; como Dios quiso que Jesús estuviese sometido a María y a José, que obedeciese al cuarto mandamiento, enseña, mediante este divino ejemplo, a los hijos, el respeto, el amor y la deferencia para aquellos que le dieron la vida. Con el respeto por los santos deberes de la familia, Nazaret y sus celestes habitantes nos enseñan a amar y a honrar a los pobres y las condiciones humildes y ocultas. Jesús vivió de un trabajo manual, durante treinta años no quiso ser conocido sino como el hijo del carpintero; dio tres años a la vida apostólica y treinta años a la vida laboriosa y oscura: Otra razón más para amar a esos pobres que Dios ama, cuya condición abraza, cuyos sudores comparte. Hijos. Amen y auxilien a los pobres, si han sido favorecidos con el don de la fortuna; ámenlos por causa de Jesús y José, esos santos obreros; y si son pobres, soporten con paciencia las penas de su estado, y únanlas a las fatigas del amable Jesús y del venerable José.

Oración

Oh bienaventurado artesano, que viste al Creador del mundo comer su pan con el sudor de su frente, tú que amaste tanto tu vida oculta y tus labores, enséñame a conocer los deberes de mi estado y a cumplirlos con un corazón fiel, por amor a Jesús.
San José. Nuestro padre y nuestro protector, ruega por nosotros.

Ejemplo

Un canónico de Chartres, que Gerson había conocido en el Concilio de Constanza, hizo, al morir, un legado considerable a su Iglesia, con la condición de que, todos los años, el día aniversario de su muerte, se hiciese memoria de San José en la Iglesia de Chartres y que se e ofreciese el santo sacrificio de la misa en su honor y para agradecerle por haber salvado a Jesús de las manos de sus enemigos, huyendo a Egipto, y por todos los cuidados que tuvo para con su santísima Madre, olvidándose de esta manera de sí mismo por no pensar que en la gloria de san José.


Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa