Nacimiento de Nuestro señor Jesucristo

Fue en medio de la noche que el Deseado de las Naciones vino al mundo. Nació en un pobre establo, fue depositado en pesebre, digna cuna del rey de los pobres; dos animales, según una antigua tradición, el buey y el asno, lo lo calientan con su aliento; pero toda la naturaleza se estremecía de alegría, los coros de los ángeles iban prontamente a anunciar la dichosa nueva; y mientras esperaba a esos primeros adoradores, María y José adoraban al Verbo increado, el Verbo encarnado, la salvación del mundo. ¡Ninguna lengua podría contar los sentimientos de la augusta María, ni los de su esposo, ese digno hijo de los Patriarcas, de los Profetas y de los Reyes que tanto habían suspirado por el Mesías! Lo veía, vertía lágrimas de alegría y de ternura contemplando ese pequeño Infante, reparador de la falta de Adán, ¡que venía a este mundo para amar, para sufrir y para morir! Adora al Emmanuel, al Dios con nosotros, que desciende, que se abaja con el fin de salvar a los hombres que bien quiere llamar sus hermanos; adora al Padre todopoderoso, que está en el cielo, ¡y que tanto amó al mundo, que dio a su Hijo único para salvarlo! Imitemos a San José, adoremos en el pesebre a nuestro divino Salvador; agradezcámosle todo lo que hace por nosotros; san Francisco de Sales, no podía pensar en el misterio del pesebre sin que su corazón se anegara en lágrimas, y ¡nosotros permanecemos insensibles! ¡Amemos a Aquel por quien fuimos amados!

Oración

Señor, no dejes un instante de guardarnos y protegernos, Tú, que en tu providencia elegiste a José para nutrir a tu Hijo único y para guarda de la Virgen, su Madre. San José, que has merecido ver nacido a Jesús y acunado en el pesebre, ruega por nosotros. Amén.

Ejemplo

Devoción Santa Margarita María

¿Quién puede amar tiernamente a María sin dar, después de ella, el primer lugar en sus afectos a su casto Esposo? San José era, por elección, protector especial de Margarita María. Gustaba llamarlo su padre y tenía para con él la ternura más filial. Su piedad recibió una recompensa digna de envidia; ese gran santo se hizo ver muchas veces a su protegida y le comunicó superabundantemente luce sobrenaturales y secretos íntimos para la vida interior y oculta, sea para ella, sea para las almas confiadas a su cuidado. Cuando ella hablaba de él, se veía inmediatamente que sus ojos se llenaban de luces lágrimas. Se debe a ella la edificación de un pequeño oratorio en su monasterio, en 1695, y la composición de una sentida oración.

Su devoción hacia ese santo bienamado había inspirado a su familia religiosa el pensamiento de hacer comulgar una Hermana cada primer miércoles del mes; esta misma hermana debía ayunar y disciplinarse con el fin de obtener para todas la amable asistencia del santo Patriarca en los últimos instanates de la vida y el favor de morir en sus brazos. Las gracias más consoladoras fueron los frutos de esta práctica. Las enfermas recibían a propósito los últimos sacramentos, porque parecían no esperar más que este auxilio para emprender el vuelo a la patria celestial.


Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa