Las generaciones pasan a través de San José

Tarcisio Stramare O.S.J.

Hemos escrito en el capítulo precedente (“El designio de la salvación”) que “la genealogía de Jesús nos ayuda a leer los hechos de la historia sagrada, que se desarrolló a lo largo de los siglos en torno de personajes que desde Abrahán llegaron hasta Jesús”. José concluye la serie de estos personajes, siendo él el más cercano a Jesús. Él es el último eslabón diverso de los otros, porque para él no está escrito, como para los otros personajes, el verbo engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo” (1,16).

Ya que regresaremos a su tiempo sobre este asunto procedamos con orden y detengámonos sobre las genealogías.

Hay en los evangelios dos genealogías de Jesús, referidas una por Mateo y la otra por Lucas. La de Lucas se encuentra en el capítulo tercero, al inicio de la vida pública de Jesús. Después de que Juan hubo bautizado a Jesús y vino una voz del cielo: “Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco” (v.22). Al lado de esta identidad de Jesús, proclamado divinamente “hijo de Dios”; Lucas coloca el origen humano de Jesús, entonces de unos treinta años, hijo, como todos creían (en latín) “putabantur” de donde deriva el adjetivo “putativo”, en el sentido de que Jesús era considerado tal), de José. Hijo de Helí, etc, y en adelante hasta Abrahán y después hasta Adán y por último hasta Dios. Como Lucas escribe para los cristianos que venían del paganismo, su visión s extiende a toda la humanidad, a la cual Jesús, aún siendo hijo de Dios, pertenece como verdadero hijo de Adán.

Diferente es la intención de Mateo, que desde el inicio de su evangelio nos da la genealogía de Jesús calificado repetidas veces como Cristo, título que para Mateo, que escribe para una comunidad cristiana compuesta de judíos, tiene una importancia particular. La palabra Cristo es la forma griega de Mesías, que en castellano equivale a ungido, consagrado. Mateo, aún sabiendo que Jesús ha sido concebido por obra del Espíritu santo, tiene que defender de inmediato la descendencia divina de Jesús, indispensable delante de los hebreos para su reconocimiento “como aquel que debía de venir”. Recordemos la pregunta hecha por el mismo Juan Bautista Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?” (Mt 11.3).

Los hebreos desde mucho antes han señalado al Mesías con categoría precisas, aun que no siempre en concordancia, y quieren verificarlas. La principal de éstas es su descendencia desde David, como veremos luego. De aquí que la genealogía, que a través de David asciende hasta Abrahán “Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán” (Mt 1,1) y después de Abrahán de Abrahán desciende gradualmente, a través de tres ciclos de catorce generaciones cada uno, hasta Jesús, pasando siempre por el rey David (v.6). La genealogía termina en José, que no engendra a Jesús (concebido por obra del Espíritu Santo), pero que es, sin embargo, “el esposo de María, del cual ha nacido Jesús, llamado Cristo (v.16). La cualidad de esposo de María es legalmente necesaria y suficiente, para que José, hijo de “David” - como está puesto en evidencia por la genealogía y también por las palabras dichas directamente por el ángel: “José, hijo de David” (v20) – pueda insertar a Jesús con la misma cualidad en la genealogía davídica.

Cada vez que Jesús es llamado por la muchedumbre “hijo de David”, implícitamente se le reconoce la filiación de José, el esposo de su madre María, reconocimiento indispensable para poder ser aclamado “Mesías”

¡Extraña profundamente que una verdad tan bíblica, no tenga su justo realce en los textos de Cristología, en los cuales san José continúa siendo un ilustre desconocido.

Tomado de Stramare, Tarcisio
San José en la historia de la salvación


Transcrito por José Gálvez para ACI Prensa