Capítulo II: Hacia la figura de San José

De Don Luis Fernando Figari

En todo esto, pues, tenemos lo suficiente en orden a lo que debemos conocer para nuestra salvación. Así pues, procuraremos acercarnos lo más posible a las lecciones que nos dan los pasajes sobre San José en la Biblia, a la luz de la Tradición de la que ella nace y que ayuda a mejor comprenderla, así como a los acentos y maduraciones fruto del Magisterio. Todo ello procurando nutrirnos del calor del peregrinar en la fe del Pueblo de Dios

Ensayemos la aventura de ir al encuentro de la “fisonomía espiritual” de San José y de sus enseñanzas para la vida cristiana. Para ello empecemos por precisar nuestras coordenadas, y por ello lo que ciertamente sabemos del gran santo. Pero, incluso antes de eso, permítanme compartir con ustedes algo personal… y luego seguimos.

Testimonio personal

La iconografía religiosa y especialmente los cuadros, vitrales, las imágenes y estatuas nos han venido familiarizando con San José, con la imagen de San José que representan. En mi caso particular, además del Nacimiento y de los relatos de la Infancia del señor Jesús, que me fueron familiarizando con la figura de San José desde el hogar, está el ambiente de la Escuela Inmaculado corazón, donde estudié de niño. Éste tuvo un influjo muy especial en el despertar de mi conocimiento y devoción a San José.

Recuerdo vivamente, y eso que ha pasado ya una buena cantidad de años, cómo avanzaba con frecuencia por el largo corredor del Imaculado Corazón, acompañado por el eco de mis pisadas de niñp, hasta ingresar con profunda reverencia a la Capilla, experimentando en ello un no sé qué muy especial – que hoy ciertamente entiendo mejor –.
Luego de la genuflexión y de avanzar hasta acercarme al reclinatorio de mármol, de rodillas me ponía a adorar y a conversar con Jesús Eucaristía. Luego de finalizado ese diálogo íntimo me dirigía la derecha, ante la estatua de la Siempre Virgen María y de pie rezaba, para luego pasar, previa genuflexión ante el sagrario, al lado izquierdo, ante la estatua de San José, su Casto Esposo, Padre Adoptivo del Niño Jesús, Protector de Jesús ante quienes lo perseguían y querían matarlo, Carpintero que le había enseñado a Jesús a serlo también, Patrono de la Buena Muerte, y Patrono de la Iglesia, y a así terminar mi visita, regresando con la resonancia de aquella experiencia espiritual, del eco de mis pisadas y con la alegría en el corazón.

Todo eso recuerdo vivamente hoy, como si hubiese sido ayer. Y seguramente esas experiencias religiosas desde bien pequeño, me llevaron a elegir el nombre de José, para que me fuera impuesto en la confirmación. Entonces se acostumbraba así, y hoy algunos, que todavía saben que se puede, lo hacen. El caso es que hacia los siete años de edad convencí a mis padres y a mi padrino, que querían ponerme un nombre de familia, de que me quería llamar José, de que deseaba llevar el nombre del esposo de la Virgen para que fuera mi patrono. Y así fue. En la confirmación, aquel 27 de junio, me fue puesto el nombre de José, por José de Nazaret.

Desde entonces, y a través de los diversos vaivenes d emi vida, he sido devoto del Santo Custodio. Así, pues, con una inmensa alegría acometo la tarea de reflexionar junto con ustedes sobre algunas de las enseñanzas que nos puede dar para la vida cristiana de hoy.

Lo que sabemos de san José

Retomando el hilo, vamos a ver algunas cosas que sabemos de San José, aunque varias ya hemos adelantado. Podemos decir que José viviía en Nazaret, y que era de profesión carpintero o artesano, pues en realidad la palabra con que se le designa así en el Evangelio según San Mateo (13,55) y en el de San Marcos (6,3) – que como saben están en griego - es tékton y tiene amplio rango de sentidos en la línea de constructor y de artesano – arquitecto, por ejemplo viene de esa raíz – y entre este amplio rango de sentidos tiene el de carpintero, que es el tradicionalmente se emplea para designar al santo Custodio. José el carpintero. “¿No es éste el hijo del carpintero?”, se preguntaba la gente en el Evangelio según Mateo .

Como se nos dice en las dos genealogías que aparecen en los Evangelios según San Mateo y San Lucas, José era descendiente de David, es decir que él estaba en la línea de las profecías mesiánicas. Esto está muy claro. Dentro de la perspectiva de ambas genealogía, es establece claramente el derecho del Señor al linaje davídico.

Además ambas nos presenta un horizonte mucho mayor, el inicio de una nueva etapa definitiva en el pueblo escogido. San Bernardino de Siena dice: “José viene a ser el broche del Antiguo Testamento, broche en el que fructifica la promesa hecha a los Patriarcas y los Profetas”

En la Escritura también se nos dice que José era “el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo” , frase cuya singular construcción sintáctica dentro del esquema de la genealogía que trae el Evangelio según San Mateo insinúa ya lo que se va a explicitar luego, tan solo un versículo después: “Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo ”. Ya desde la genealogía misma el Evangelista nos va conduciendo al hecho de que el señor Jesús no tiene padre humano, de que su concepción es un extraordinario milagro. “De esta manera – dice San Agustín – no se podía pensar en Él como separado del matrimonio de María, aun cuando Ella no lo concibió de la relación marital, sino como virgen”. El mismo mensaje se nos da en el Evangelio según San Lucas: “Tenía Jesús, al comenzar su ministerio, unos treinta años, y era según se creía hijo de José ”, sólo que en el caso del tercer Evangelio ya conocemos de la milagrosa concepción virginal de María, por lo que la frase “según se creía”, que aparece en el capítulo tercero, es un recordatorio sobre el extraordinario acontecimiento.

Cabe señalar que más allá de las funciones diversas y de las tramas de las dos genealogías, en mabas se nos dice que José era esposo de María, pero en ningún momento s edice que fue el padre natural de Jesús, más bien se alude a una situación extraordinaria. Ciertamente sí fue el padre adoptivo o legal, con lo cual las promesas davídicas bien se podían realizar a través de José en Jesús. El caso es que el Santo Custodio era públicamente señalado como padre de Jesús, y eso garantiza, para todos, la línea davídica del Mesías, según las tradiciones y costumbres socioculturales de entonces. Esto queda establecido sin necesidad de entrar a considerar el linaje davídico de María, como lo hacen muchísimos autores desde antiguo.

El Catecismo de la Iglesia Católica resume así la verdad que estamos considerando: “José fue llamado por Dios para “tomar consigo a María su esposa” encinta “del que fue engendrado en ella por el Espíritu Santo ” para que Jesús “llamado Cristo” nazca de la esposa de José en la descendencia mesiánica de David ” .

Siguiendo con los datos sobre San José, vemos que San Mateo continúa el relato en un pasaje sumamente rico teológicamente y que la moderna lingüística ha ayudado a esclarecer aún más. Lo presento completo, pues nuestra aproximación a la fisonomía espiritual recurrirá a él como rica cantera: “La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del espíritu santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió separarse en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu esposa aunque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”. Despertando José del sueño , hizo como el Ángel del Señor le había mandado y tomó consigo a su esposa. Y sin que tuvieran relaciones ella dio s luz a un hijo, y le puso por nombre Jesús” .

Sobre este riquísimo pasaje, ante el que aparece claro por qué el Papa Pablo VI dice que San José “tenía el carisma de los sueños reveladores” , hay muchos temas para compartir, para escribir páginas de páginas, y obviamente la tentación de detenerme en mostrar las joyas que hay es grande, pero en este momento, y sólo para situarnos mejor, quisiera que os detengamos en una sola palabra.

José y María estaban “desposados”, algunos de los traductores estaban “comprometidos”, pero ambas palabras que conocemos en nuestra lengua se quedan cortas para designar lo que en realidad ocurría en el matrimonio judío. El desposorio ya los convertía en esposos ante la ley, pero no vivían juntos hasta pasado un tiempo – algunos estiman que aproximadamente un año – en que se realizaba la ceremonia de la boda propiamente tal y la esposa era llevaba a la casa del marido. Era como significado el matrimonio, por el cual ya se consideraban y eran considerados legalmente esposos, au faltaba algo. En ese sentido era la primera parte del matrimonio. Legalmente ya estaban casados, aunque faltaba la ceremonia definitiva de la boda. Ése es el marco histórico cultural en el que nos movemos .

José llega a saber que María está en cinta y entonces vienen sus decisiones o incluso sus escrúpulos , aunque siguiendo el mismo relato evangélico habría que decir que lo que vienen son su miedos ante lo que acontece. No sabe qué hacer. Hay quienes llegan a sostener que duda de la virtud de María, pero esta hipótesis no parece sostenerse bien con la descripción de José como “justo”, es decir aquel que es realmente cumplidor de la ley, pues según la ley no tendría otro camino que denunciarla y ciertamente según el relato que conocemos ni quiere ni pretende hacerlo. No se puede sostener esta hipótesis que se muestra aún más carente de sentido ante las palabras del ángel: “no tengas miedo de llevarla a tu casa”. ¿Miedo por qué? “No tengas miedo”. Parece evidente que de aquello que algunos han dicho no hay nada. Otros sostienen que José, absolutamente seguro de la inocencia de María y siendo un hombre justo, de probada virtud religiosa, que no sabe lo que acontece, que no entiende, se sabe ante un misterio, y esto genera sus indecisiones. Y hay todavía una tercera interpretación muy antigua que hablaba de que conociendo José de la intervención divina en el estado de Buena Esperanza de la Virgen, decide apartarse en secreto para no dar lugar a escándalo o por temor de Dios o para no interferir en aquello que está ocurriendo como designio divino. El núcleo de esta tercera tesis parecería encontrar respaldo en el análisis de la dinámica literaria interna y en la crítica lingüística de no pocos expertos en estos asuntos asuntos en nuestro tiempo. La clave estaría en las partículas griegas gar y de.

El padre rené Laurentin analizando críticamente esl asunto concluye que: “El relato de Mateo no contiene indicio de sospecha alguna por parte de José”. Y líneas más adelante resume: lo que José sabía, según Mateo 1, 18 es que este niño pertenecía sólo a Dios. La justica requería que no pretendiese hacer suyo al niño concebido que no es suyo o a la esposa que pertenecía a Dios. Por lo tanto se retira silenciosamente para evitar poner a María en una situación difícil. Él deja la resolución de la situación a Dios autor del acontecimiento” . Y, ciertamente, esta solución a las indecisiones de José llega y él responde si vacilación alguna y asume la responsabilidad paternal que el Plan de Dios le pide asumir, a pesar de no ser elel padre de la criatura, sino que ha sido engendrado por obra del Espíritu santo.

Después de los acontecimientos que rodean el nacimiento de jesús y de cumplir con las exigencias de la ley en la presentación en el Templo, y de escuchar la Alabanza Profética que pronuncia el anciano Simeón, el Santo Custodio responde nuevamente a las indicaciones del mensajero divino y con prontitud huye a Egipto, lugar de refugio común para los perseguidos, y lleva consigo a Jesús y a su Madre. Luego, nuevamente ante el anuncio del ángel, después de la muerte del sanguinario Herodes , vuelve a Palestina y se dirige a la región de Galilea, a la aldea de Nazareth, conduciendo a Jesús y a su Madre.

Es importante recordar que José y maría no tienen hijos, por la vida de castidad perfecta que tienen en s vida conyugal. Precisamente, la fe de la Iglesia, ha profesado desde todos los tiempos, desde siempre, la virginidad perpetua de Santa María. Esta verdad, recogida en el Depósito sagrado de la fe y reiteradamente expresada en la Iglesia es una nota del Pueblo Fiel.
Hasta aquí fundamentalmente lo que se sabe de la historia de San José.

En todo esto, pues, tenemos lo suficiente en orden a lo que debemos conocer para nuestra salvación. Así pues, procuraremos acercarnos lo más posible a las lecciones que nos dan los pasajes sobre San José en la Biblia, a la luz de la Tradición de la que ella nace y que ayuda a mejor comprenderla, así como a los acentos y maduraciones fruto del Magisterio. Todo ello procurando nutrirnos del calor del peregrinar en la fe del Pueblo de Dios

Ensayemos la aventura de ir al encuentro de la “fisonomía espiritual” de San José y de sus enseñanzas para la vida cristiana. Para ello empecemos por precisar nuestras coordenadas, y por ello lo que ciertamente sabemos del gran santo. Pero, incluso antes de eso, permítanme compartir con ustedes algo personal… y luego seguimos.

Testimonio personal

La iconografía religiosa y especialmente los cuadros, vitrales, las imágenes y estatuas nos han venido familiarizando con San José, con la imagen de San José que representan. En mi caso particular, además del Nacimiento y de los relatos de la Infancia del señor Jesús, que me fueron familiarizando con la figura de San José desde el hogar, está el ambiente de la Escuela Inmaculado corazón, donde estudié de niño. Éste tuvo un influjo muy especial en el despertar de mi conocimiento y devoción a San José.

Recuerdo vivamente, y eso que ha pasado ya una buena cantidad de años, cómo avanzaba con frecuencia por el largo corredor del Imaculado Corazón, acompañado por el eco de mis pisadas de niñp, hasta ingresar con profunda reverencia a la Capilla, experimentando en ello un no sé qué muy especial – que hoy ciertamente entiendo mejor –.
Luego de la genuflexión y de avanzar hasta acercarme al reclinatorio de mármol, de rodillas me ponía a adorar y a conversar con Jesús Eucaristía. Luego de finalizado ese diálogo íntimo me dirigía la derecha, ante la estatua de la Siempre Virgen María y de pie rezaba, para luego pasar, previa genuflexión ante el sagrario, al lado izquierdo, ante la estatua de San José, su Casto Esposo, Padre Adoptivo del Niño Jesús, Protector de Jesús ante quienes lo perseguían y querían matarlo, Carpintero que le había enseñado a Jesús a serlo también, Patrono de la Buena Muerte, y Patrono de la Iglesia, y a así terminar mi visita, regresando con la resonancia de aquella experiencia espiritual, del eco de mis pisadas y con la alegría en el corazón.

Todo eso recuerdo vivamente hoy, como si hubiese sido ayer. Y seguramente esas experiencias religiosas desde bien pequeño, me llevaron a elegir el nombre de José, para que me fuera impuesto en la confirmación. Entonces se acostumbraba así, y hoy algunos, que todavía saben que se puede, lo hacen. El caso es que hacia los siete años de edad convencí a mis padres y a mi padrino, que querían ponerme un nombre de familia, de que me quería llamar José, de que deseaba llevar el nombre del esposo de la Virgen para que fuera mi patrono. Y así fue. En la confirmación, aquel 27 de junio, me fue puesto el nombre de José, por José de Nazaret.

Desde entonces, y a través de los diversos vaivenes d emi vida, he sido devoto del Santo Custodio. Así, pues, con una inmensa alegría acometo la tarea de reflexionar junto con ustedes sobre algunas de las enseñanzas que nos puede dar para la vida cristiana de hoy.

Lo que sabemos de san José

Retomando el hilo, vamos a ver algunas cosas que sabemos de San José, aunque varias ya hemos adelantado. Podemos decir que José viviía en Nazaret, y que era de profesión carpintero o artesano, pues en realidad la palabra con que se le designa así en el Evangelio según San Mateo (13,55) y en el de San Marcos (6,3) – que como saben están en griego - es tékton y tiene amplio rango de sentidos en la línea de constructor y de artesano – arquitecto, por ejemplo viene de esa raíz – y entre este amplio rango de sentidos tiene el de carpintero, que es el tradicionalmente se emplea para designar al santo Custodio. José el carpintero. “¿No es éste el hijo del carpintero?”, se preguntaba la gente en el Evangelio según Mateo .

Como se nos dice en las dos genealogías que aparecen en los Evangelios según San Mateo y San Lucas, José era descendiente de David, es decir que él estaba en la línea de las profecías mesiánicas. Esto está muy claro. Dentro de la perspectiva de ambas genealogía, es establece claramente el derecho del Señor al linaje davídico.

Además ambas nos presenta un horizonte mucho mayor, el inicio de una nueva etapa definitiva en el pueblo escogido. San Bernardino de Siena dice: “José viene a ser el broche del Antiguo Testamento, broche en el que fructifica la promesa hecha a los Patriarcas y los Profetas”

En la Escritura también se nos dice que José era “el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo” , frase cuya singular construcción sintáctica dentro del esquema de la genealogía que trae el Evangelio según San Mateo insinúa ya lo que se va a explicitar luego, tan solo un versículo después: “Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo ”. Ya desde la genealogía misma el Evangelista nos va conduciendo al hecho de que el señor Jesús no tiene padre humano, de que su concepción es un extraordinario milagro. “De esta manera – dice San Agustín – no se podía pensar en Él como separado del matrimonio de María, aun cuando Ella no lo concibió de la relación marital, sino como virgen”. El mismo mensaje se nos da en el Evangelio según San Lucas: “Tenía Jesús, al comenzar su ministerio, unos treinta años, y era según se creía hijo de José ”, sólo que en el caso del tercer Evangelio ya conocemos de la milagrosa concepción virginal de María, por lo que la frase “según se creía”, que aparece en el capítulo tercero, es un recordatorio sobre el extraordinario acontecimiento.

Cabe señalar que más allá de las funciones diversas y de las tramas de las dos genealogías, en mabas se nos dice que José era esposo de María, pero en ningún momento s edice que fue el padre natural de Jesús, más bien se alude a una situación extraordinaria. Ciertamente sí fue el padre adoptivo o legal, con lo cual las promesas davídicas bien se podían realizar a través de José en Jesús. El caso es que el Santo Custodio era públicamente señalado como padre de Jesús, y eso garantiza, para todos, la línea davídica del Mesías, según las tradiciones y costumbres socioculturales de entonces. Esto queda establecido sin necesidad de entrar a considerar el linaje davídico de María, como lo hacen muchísimos autores desde antiguo.

El Catecismo de la Iglesia Católica resume así la verdad que estamos considerando: “José fue llamado por Dios para “tomar consigo a María su esposa” encinta “del que fue engendrado en ella por el Espíritu Santo ” para que Jesús “llamado Cristo” nazca de la esposa de José en la descendencia mesiánica de David ” .

Siguiendo con los datos sobre San José, vemos que San Mateo continúa el relato en un pasaje sumamente rico teológicamente y que la moderna lingüística ha ayudado a esclarecer aún más. Lo presento completo, pues nuestra aproximación a la fisonomía espiritual recurrirá a él como rica cantera: “La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del espíritu santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió separarse en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu esposa aunque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”. Despertando José del sueño , hizo como el Ángel del Señor le había mandado y tomó consigo a su esposa. Y sin que tuvieran relaciones ella dio s luz a un hijo, y le puso por nombre Jesús” .

Sobre este riquísimo pasaje, ante el que aparece claro por qué el Papa Pablo VI dice que San José “tenía el carisma de los sueños reveladores” , hay muchos temas para compartir, para escribir páginas de páginas, y obviamente la tentación de detenerme en mostrar las joyas que hay es grande, pero en este momento, y sólo para situarnos mejor, quisiera que os detengamos en una sola palabra.

José y María estaban “desposados”, algunos de los traductores estaban “comprometidos”, pero ambas palabras que conocemos en nuestra lengua se quedan cortas para designar lo que en realidad ocurría en el matrimonio judío. El desposorio ya los convertía en esposos ante la ley, pero no vivían juntos hasta pasado un tiempo – algunos estiman que aproximadamente un año – en que se realizaba la ceremonia de la boda propiamente tal y la esposa era llevaba a la casa del marido. Era como significado el matrimonio, por el cual ya se consideraban y eran considerados legalmente esposos, au faltaba algo. En ese sentido era la primera parte del matrimonio. Legalmente ya estaban casados, aunque faltaba la ceremonia definitiva de la boda. Ése es el marco histórico cultural en el que nos movemos .

José llega a saber que María está en cinta y entonces vienen sus decisiones o incluso sus escrúpulos , aunque siguiendo el mismo relato evangélico habría que decir que lo que vienen son su miedos ante lo que acontece. No sabe qué hacer. Hay quienes llegan a sostener que duda de la virtud de María, pero esta hipótesis no parece sostenerse bien con la descripción de José como “justo”, es decir aquel que es realmente cumplidor de la ley, pues según la ley no tendría otro camino que denunciarla y ciertamente según el relato que conocemos ni quiere ni pretende hacerlo. No se puede sostener esta hipótesis que se muestra aún más carente de sentido ante las palabras del ángel: “no tengas miedo de llevarla a tu casa”. ¿Miedo por qué? “No tengas miedo”. Parece evidente que de aquello que algunos han dicho no hay nada. Otros sostienen que José, absolutamente seguro de la inocencia de María y siendo un hombre justo, de probada virtud religiosa, que no sabe lo que acontece, que no entiende, se sabe ante un misterio, y esto genera sus indecisiones. Y hay todavía una tercera interpretación muy antigua que hablaba de que conociendo José de la intervención divina en el estado de Buena Esperanza de la Virgen, decide apartarse en secreto para no dar lugar a escándalo o por temor de Dios o para no interferir en aquello que está ocurriendo como designio divino. El núcleo de esta tercera tesis parecería encontrar respaldo en el análisis de la dinámica literaria interna y en la crítica lingüística de no pocos expertos en estos asuntos asuntos en nuestro tiempo. La clave estaría en las partículas griegas gar y de.

El padre rené Laurentin analizando críticamente esl asunto concluye que: “El relato de Mateo no contiene indicio de sospecha alguna por parte de José”. Y líneas más adelante resume: lo que José sabía, según Mateo 1, 18 es que este niño pertenecía sólo a Dios. La justica requería que no pretendiese hacer suyo al niño concebido que no es suyo o a la esposa que pertenecía a Dios. Por lo tanto se retira silenciosamente para evitar poner a María en una situación difícil. Él deja la resolución de la situación a Dios autor del acontecimiento” . Y, ciertamente, esta solución a las indecisiones de José llega y él responde si vacilación alguna y asume la responsabilidad paternal que el Plan de Dios le pide asumir, a pesar de no ser elel padre de la criatura, sino que ha sido engendrado por obra del Espíritu santo.

Después de los acontecimientos que rodean el nacimiento de jesús y de cumplir con las exigencias de la ley en la presentación en el Templo, y de escuchar la Alabanza Profética que pronuncia el anciano Simeón, el Santo Custodio responde nuevamente a las indicaciones del mensajero divino y con prontitud huye a Egipto, lugar de refugio común para los perseguidos, y lleva consigo a Jesús y a su Madre. Luego, nuevamente ante el anuncio del ángel, después de la muerte del sanguinario Herodes , vuelve a Palestina y se dirige a la región de Galilea, a la aldea de Nazareth, conduciendo a Jesús y a su Madre.

Es importante recordar que José y maría no tienen hijos, por la vida de castidad perfecta que tienen en s vida conyugal. Precisamente, la fe de la Iglesia, ha profesado desde todos los tiempos, desde siempre, la virginidad perpetua de Santa María. Esta verdad, recogida en el Depósito sagrado de la fe y reiteradamente expresada en la Iglesia es una nota del Pueblo Fiel.
Hasta aquí fundamentalmente lo que se sabe de la historia de San José.

Transcrito por José Gálvez Krüger para ACI Prensa