Décimo octavo día

Quejas de María

La santísima virgen hizo a su bienamado Jesús un dulce reproche: Hijo mío, dice, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo, te buscamos afligidos (Lc, I ). Destaquen, dice nuevamente Bossuet, que ella no llama padre, no sólo por la adopción del divino Niño, sino también verdadero padre por el sentimiento, por el cuidado, por el dolor, lo que hace decir a María tu padre y yo afligidos, semejantes en la aflicción, ya que sin haber tomado parte en tu nacimiento, no comparte menos que yo la dicha de poseerte y el dolor de perderte. Y mujer obediente y respetuosa, menciona primero a José”. Cuán dulce es a los corazones de los servidores de San José esta pregunta, que Jesús responde de manera austera: ¿Por qué me buscaban? ¿No saben que conviene que me ocupe de las cosas de mi Padre (lc, II). La primera palabra que Evangelio recuerda de Jesús expresa su dedicación a la voluntad y a la obra sobre la tierra para esta obra: hacer conocer a Dios y a inmolarse por sus hermanos; y a su santa Madre misma, prefiere la voluntad del Dios Altísimo que lo envió. María y José comprenden y adoran; y nosotros esforcémonos por comprender nuestra verdadera vocación sobre la tierra, es ser cristianos, cristianos ante todo y a pesar de todo.

Oración

Mi amable Padre, te doy mi corazón para que lo entregues a Jesús y a María; es un don que no revocaré jamás, pero ayuda mi debilidad con tus potentes oraciones. ¡Abogado nuestro, San José, ruega por nosotros!

Ejemplo

Piadosa industria

Cuando las Hermanitas de los pobres tienen necesidad de algún objeto, he aquí el modo cómo se las agencia para obtenerlo de San José, su protector. Ellas ponen a sus pies un objeto análogo al que dersean: madera, grano, lino, frutos, etc. En 1866, en la casa de Poitiers, la vaca, la preciosa nutricia de los ancianos habituados al asilo, murió y no hubo dinero para reemplazarla. Rápidamente se pone una vaca de cartón delante de la estatua del santo venerado, y los ancianos le rezan con ardor: y sus voces quebradas acentuaban fuertemente, nueve veces, esta invocación, formulada en letanías: ¡Buen San José, danos una vaca! Y el buen San José escuchó sus ingenuas oraciones, enviando la bestia cuya leche hace las delicias de los ancianos, sobre todo cuando la mezclan con el café de la mañana.


Traducido del francés por José Gálvez para ACI Prensa