Cuarto día

Sueño de San José

El ángel del Señor fue enviado a José y le dijo: No temas, José, en tomar a María por esposa, porque lo que nacerá es del Espíritu Santo. (Mt I). El Señor mismo viendo las inquietudes que había concebido José, fue a tranquilizarlo; por el ministerio de los Espíritus celestes, le reveló la maternidad milagrosa de la Virgen, y le confió el cuidado de la infancia del divino Mesías. María concebirá y dará a luz un hijo y le darán por nombre Jesús. A la confianza de junta el depósito de autoridad, más grande que el primer José, a quien el Faraón confió sus tesoros, recibe el tesoro del Cielo, el don que el Altísimo hace a los hombres, el Redentor prometido a Adán y Eva, prometido a Abrahán; el legislador divino del que Moisés dijo: les vendrá un profeta semejante a mí. Ese Mesías tan esperado, concebido en el seno de la inmaculada María, se hace hijo de san José, y toma inmediatamente para ese querido Hijo un corazón paternal.

Una palabra de Dios basta para despertar su fe y su devoción. Si pudiésemos imitar su confianza en la divina Bondad, cuán felices seríamos, pero Dios no olvida nunca a los que se fían de Él, la Providencia de Dios los rodea como un santo y precioso vestido; no temen nada, puesto que tienen por defensor a Quien todo lo puede y a quien todo es sometido en el cielo y en la tierra.

Oración

Agradezco al divino Hijo que se digno elegir a la santísima Virgen María por su Madre bien amada, y al Patriarca san José por su padre putativo. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
San José, servidor fiel y prudente, ruega por nosotros.

Ejemplo

Devoción a San José

El culto a San José, que condujo a Nuestro Señor en Egipto, goza de consideración en el seminario de las Misiones extranjeras, del que es patrón especial. Todas las tardes se le reza en común. Se hace memoria de él en el Oficio sagrado, todas las veces que el rito lo permite. Una hermosa estatua de ese glorioso Patriarca, colocada en medio del jardín, recibe los piadosos homenajes de los seminaristas y parece presidir sus recreos. Un gran número entre ellos deben a san José haber quitado el mundo y haber dicho un eterno adiós a sus padres y a sus amigos para dedicarse a la conversión de los infieles.


Traducido del francés por José Gálvez para ACI Prensa