Quinto Día de la Novena a San Felipe Neri 2022

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Breve Historia

San Felipe tenía un don especial de piedad para fijarse en los sufrimientos de las personas de su mundo y tratar de poner medios para remediarlos. Movido por este don, Felipe se fijó en dos cosas: primero, en el gran número de peregrinos que viajaban a Roma y no tenían comida, ni techo donde cobijarse, ni alguien que les hablase de Dios y les condujese a un verdadero arrepentimiento de sus pecados; y segundo, en el gran número de enfermos pobres que salían de los hospitales y no tenían dónde pasar su convalecencia para no volver a enfermar. Por ello, con ayuda de su director espiritual - el padre Persiano Rosa - y otros quince laicos muy allegados, funda, en 1548, la “Cofradía de la Santísima Trinidad de los Peregrinos y Convalecientes”. Felipe sabe que, para hacer bien su misión, no hay que precipitarse sino prepararse bien espiritualmente. Por ello, anima a los miembros de la cofradía a una verdadera vida de oración y amor fraterno. Inaugura la práctica de las “cuarenta horas” para los primeros domingos de cada mes y para la Semana Santa (cuarenta horas de adoración al Santísimo, expuesto por turnos, con charlas espirituales y meditaciones bíblicas hermosísimas predicadas por Felipe). Tan famosas fueron estas charlas, que muchos ajenos a la cofradía también asistían a la adoración para oírle. En el jubileo de 1550, tras dos años de preparación espiritual, comenzó la obra de la cofradía acogiendo a los peregrinos. En casas alquiladas se les lavaba los pies y se les daba de comer como a señores, se les curaba las heridas, se les lavaba la ropa, etc; después se les hablaba de Dios y se les animaba hacia la confesión y el cambio de vida. Tanto impresionó las acciones caritativas de la cofradía que muchos quisieron participar también, incluso cardenales, nobles o papas. En 1575 la cofradía llegó a atender a unos 145.000 peregrinos y dio muchos frutos de conversión entre peregrinos y participantes.

Doctrina

Cuando uno sabe quebrantar la propia voluntad y negar a su alma los propios deseos se halla en buen grado de virtud.

No se debe reservar para sí mismo tiempo ni lugar cuando se trata de ayudar al prójimo. Dejar incluso la oración por la obediencia o por el prójimo no es dejar la oración sino cambiar a Cristo por Cristo.

Esto es gran perfección y pocos son los que saben hacerlo, pues se trata de privarse los gustos espirituales para ganar almas para Cristo. La caridad es la reina de todas las virtudes: todo lo unifica. En una comunidad donde se permanece hasta la muerte, sin cambios a destinos nuevos, donde se multiplican, - más incluso que en las familias naturales, - las ocasiones para la comprensión, el perdón, la ayuda mutua, la discreción, la comunión para las obras comunes de apostolado, el gozo y el dolor compartido que nacen de la caridad y, sobre todo, donde se atiende antes al bien interno que al externo y no se va a las obras exteriores, bajo pretexto de celo, huyendo de las obras internas y domésticas, en una comunidad así encontrarás un paraíso en su interior.

Petición particular para este día.

Letanías

Que rezaste tanto tiempo en las catacumbas Ruega por nosotros.

Que albergaste al Espíritu Santo en tu corazón Ruega por nosotros.

Que experimentaste tan maravillosos éxtasis Ruega por nosotros.

Que diste un servicio tan amoroso a los necesitados Ruega por nosotros.

Que lavaste los pies a los peregrinos Ruega por nosotros.

Que tuviste una ardiente sed de martirio Ruega por nosotros.

Oremos

Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén