Noveno Día de la Novena a San Juan Evangelista

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

Señor mío, Jesucristo, 
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, 
por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; 
propongo firmemente nunca más pecar, 
apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, 
confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

Oración preparatoria para todos los días

Señor Jesús
que nos diste como mandamiento nuevo el amor, 
te pedimos que, a ejemplo de san Juan Evangelista, 
tu discípulo amado, te amemos sin temor e incondicionalmente, 
aún cuando por ser tus discípulos el mundo nos persiga y condene. 
Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. 

Noveno día
«Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo». (Ap. 3, 20) 

Jesús, te pido me des tu consuelo. 

«Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: «Esos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?» Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás». Me respondió. «Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, dándole culto día y noche en su Santuario; y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed; ya no les molestará el sol ni bochorno alguno: Porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos». (Ap 7, 13-17) 

Juan, tú que nos dices que Jesús nos guía a manantiales de las aguas de la vida intercede ante Jesús para que... (Petición)

Oración
Salmo 36 (35) 
Señor, tu amor llega hasta el cielo, hasta las nubes tu fidelidad, 
tu justicia se asemeja a las altas montañas, tu derecho al océano profundo. 
Tú, Señor, salvas a hombres y animales; 
oh Dios, ¡que inapreciable es tu amor! 
Los hombres se refugian a la sombra de tus alas, 
se sacian con la abundancia de tu casa, 
les das de beber en el río de tus delicias; 
porque en ti está la fuente de la vida, y por tu luz vemos la luz. 
Padre Nuestro. 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.