Himnos Eucarísticos

Ven, Jesús, mi Salvador
Divino Cordero;
Ven a mí, dulce Señor,
Oh mi Dios, mi amor!
Eres Padre tierno,
Eres buen Pastor;
Eres verbo eterno
Nuestro Redentor.
¡Oh de mi esperanza
Dulce galardón!
Te doy alabanza
Y mi corazón.
En Ti siempre espero,
Aumenta mi fe;
Con amor sincero
Te recibiré.
En esta apariencia, 
Divino manjar, 
Tu santa presencia 
Quieres ocultar.
Oh Sabiduría,
Eterno Señor;
Ven en este día
A darme tu amor!
Jesús de mi vida; 
Nunca más pecar; 
Sólo a Ti rendida, 
Mí alma quiere amar.


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Jesús, amor de las almas, 
compañero en las jornadas:
tan cercano y asequible 
que en mí tienes tu morada.
Encarnado como Hombre, 
tu divinidad ocultas, 
y al hacerte Eucaristía, 
por completo te despojas.
En tu presencia se rinden 
todos los celestes coros,
y en la tierra no se aprecia 
que te quedes con nosotros.
De tu costado nacida, 
en la Iglesia sigues vivo:
con tu gracia y sacramentos 
das la vida al redimido.
Jesucristo, León fuerte 
y Cordero obediente; 
en tu Corazón conforten 
su valor las almas débiles.
Por el Padre coronado, 
el Señor de tierra y cielo 
nos envíe su Paráclito
que nos guíe al Reino eterno. 
Amén.

*****

- Esta es mi Sangre, 
ofrenda de la tarde:
¡oh gran Misterio!
- Este es mi Cuerpo:
cual víctima me entrego:
¡oh gran Misterio!
Te adoro, Carne, 
Pan de hombres y de ángeles:
¡oh gran Misterio!
- Hacedlo en mi memoria
hasta el tiempo sin horas:
¡oh gran Misterio!
- Como víctima única, 
mi Carne, Alianza fúlgida:
¡oh gran Misterio!
¿No prolongas tu muerte 
por darnos vida siempre? 
¡Oh gran Misterio!
Si contigo en el Gólgota, 
contigo en la victoria:
¡oh gran Misterio! Amén.