El camino hacia los altares

Desde poco después de su muerte en las cámaras de gas del campo de concentración de Auschwitz el 9 de agosto de 1942, el asombroso camino de conversión y la profunda coherencia cristiana de Edith Stein la convirtieron en una figura cada vez más admirada. Su peregrinación del judaísmo al catolicismo y de la vida intelectual a la contemplación como carmelita descalza, la convirtieron para muchos en un ejemplo y un símbolo no sólo de diálogo interreligioso, sino de reconciliación entre el pensamiento y la fe.
 
Fueron justamente los Carmelitas Descalzos quienes algunos años después de concluida la guerra, iniciaron el proceso de beatificación.
 
A principios de los 80, durante el encuentro del Capítulo General de los Carmelitas Descalzos con el Papa Juan Pablo II, los religiosos presentaron un petitorio, a nombre de todas las provincias de la Orden, solicitando la aceleración del proceso de beatificación de Edith Stein.
 
El Papa, profundo conocedor de la vida y la obra filosófica de quien murió como Teresa Benedicta de la Cruz, sonrió y dijo: "el problema es que ella ha escrito mucho".
 
El comentario del Pontífice hacía referencia a la extensa obra de la nueva santa, que debía ser revisada exhaustivamente por la Congregación para la Causa de los Santos.
 
Un cambio radical en el proceso se produjo, sin embargo, en 1986, cuando la Congregación aprobó la petición presentada por el Padre Simeón, Postulador General de los Frailes Carmelitas Descalzos, quien interpretando el deseo de las Conferencias Episcopales de Alemania y Polonia, solicitaron que el martirio fuera incluido junto con la heroicidad de virtudes como motivo para su canonización.
 
En 1987, la Congregación para la Causa de los Santos completó el proceso de martirio y heroicidad de virtudes.
 
El 1 de mayo de 1987, Edith Stein, la monja carmelita, fue beatificada junto con el Padre Rupert Mayer, un sacerdote jesuita conocido por su resistencia a los nazis, durante una masiva celebración presidida por el Papa Juan Pablo II en Colonia, al oeste de Alemania. Durante la homilía, el Papa habló de Edith Stein, destacando que "esta filósofa estuvo preocupada en su vida por la búsqueda de la verdad y su vida fue iluminada por la cruz". "En los años en que estudiaba en las universidades de Breslau, Göttigen y Freiburg", el Papa dijo, "Dios no jugaba un papel importante inicialmente, su pensamiento estaba basado en la exigencia del idealismo ético. Junto con sus habilidades intelectuales, no quería aceptar nada sin una cuidadosa investigación. Quería ir al fondo de las cosas por ella misma, estaba comprometida en una constante búsqueda de la verdad. Mirando atrás en su período intelectual, descubrió una importante frase en su proceso de madurez espiritual: 'Mi búsqueda de la verdad era una constante oración'; esto es un confortante testimonio para aquellos que tienen dificultades para creer en Dios. La búsqueda de la verdad es en sí misma, en un sentido muy profundo, búsqueda de Dios".
 
En las palabras del Papa Juan Pablo II, " Dejémonos abrir por su mensaje como una mujer del espíritu y del entendimiento, quien vio en la ciencia de la cruz el culmen de toda la sabiduría".
 
Diez años después, en 1997, Teresa Benedicta McCarthy, una pequeña niña de la ciudad de Boston, en Estados Unidos, fue diagnosticada con un grave e irreversible caso de daño hepático luego de consumir una fuerte dosis de medicamentos, se recuperó repentinamente apenas sus padres oraron a Edith Stein.
 
Este hecho, completamente documentado, fue reconocido oficialmente como un milagro, abriendo así el camino para la canonización.
 
Edith Stein fue canonizada el 11 de octubre de 1998, en una sencilla ceremonia presidida por el Sumo Pontífice.