Hoy, desde esta Casa, quisiera hacer un llamamiento a todas las parroquias y comunidades de Uganda –y del resto de África– para que no se olviden de los pobres. El Evangelio nos impulsa a salir hacia las periferias de la sociedad y encontrar a Cristo en el que sufre y pasa necesidad. El Señor nos dice con palabras claras que nos juzgará de esto. Da tristeza ver cómo nuestras sociedades permiten que los ancianos sean descartados u olvidados. No es admisible que los jóvenes sean explotados por la esclavitud actual del tráfico de seres humanos. Si nos fijamos bien en lo que pasa en el mundo que nos rodea, da la impresión de que el egoísmo y la indiferencia se va extendiendo por muchas partes. Cuántos hermanos y hermanas nuestros son víctimas de la cultura actual del «usar y tirar», que lleva a despreciar sobre todo a los niños no nacidos, a los jóvenes y a los ancianos.
Como cristianos, no podemos permanecer impasibles. Algo tiene que cambiar. Nuestras familias han de ser signos cada vez más evidentes del amor paciente y misericordioso de Dios, no sólo hacia nuestros hijos y ancianos, sino hacia todos los que pasan necesidad. Nuestras parroquias no han de cerrar sus puertas y sus oídos al grito de los pobres. Se trata de la vía maestra del discipulado cristiano. Es así como damos testimonio del Señor, que no vino para ser servido sino para servir. Así ponemos de manifiesto que las personas cuentan más que las cosas y que lo que somos es más importante que lo que tenemos. En efecto, Cristo, precisamente en aquellos que servimos, se revela cada día y prepara la acogida que esperamos recibir un día en su Reino eterno.
Queridos amigos, a través de gestos sencillos, a través de acciones sencillas y generosas, que honran a Cristo en sus hermanos y hermanas más pequeños, conseguimos que la fuerza de su amor entre en el mundo y lo cambie realmente. De nuevo les agradezco su generosidad y su caridad. Les recordaré siempre en mis oraciones y les pido, por favor, que recen por mí. A todos ustedes, los confío a la tierna protección de María, nuestra Madre y les doy mi bendición.