El Papa Benedicto XVI presidió una Misa en el City Center Waterfront de Beirut durante el tercer día de su visita al Líbano.
Ante los Patriarcas Católicos de Oriente Medio, los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Turquía e Irán y unos 300 mil fieles,
el Papa reafirmó el papel de la Iglesia como servidora de la paz, especialmente en países convulsionados por la violencia como Siria y otras zonas de esta región.
El Santo Padre recordó que "la vocación de la Iglesia y del cristiano es servir, como el Señor mismo lo ha hecho, gratuitamente y a todos, sin distinción. Por tanto,
en un mundo donde la violencia no cesa de extender su rastro de muerte y destrucción, servir a la justicia y la paz es una urgencia.
Durante la Misa entregó la Exhortación Apostólica Post-sinodal Ecclesia in Medio Oriente a los pastores de la región y les explicó que
la decisión de seguir a Cristo "es tomar su Cruz para acompañarle en su camino, un camino arduo, que no es el del poder o el de la gloria terrena,
sino el que lleva necesariamente a la renuncia de sí mismo, a perder su vida por Cristo y el Evangelio, para ganarla".