Yo me entristezco cuando veo que no hay trabajo, que hay gente sin trabajo, que no encuentra trabajo y que no tiene la dignidad de llevar el pan a casa; y me alegro tanto cuando veo que los gobernantes ponen tanto esfuerzo, trabajo, para encontrar puestos de trabajo, para buscar que todos tengan un trabajo. El trabajo es sagrado, el trabajo da dignidad a una familia y debemos rezar para que no falte el trabajo a ninguna familia.
Por lo tanto, también el trabajo, como la fiesta, forma parte del designio de Dios Creador. En el libro del Génesis, el tema de la tierra como casa-jardín, confiada al cuidado y al trabajo del hombre, es anticipado con un pasaje muy conmovedor: 'Cuando el Señor Dios hizo la tierra y el cielo, aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el suelo, pero un manantial surgía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo'. (2, 4b-6a).
No es romanticismo, es revelación de Dios; y nosotros tenemos la responsabilidad de comprenderla y asimilarla hasta el final. La Encíclica Laudato Si', que propone una ecología integral, contiene también este mensaje: la belleza de la tierra y la dignidad del trabajo están hechas para estar unidas. La tierra se convierte en bella cuando es trabajada por el hombre, van juntas.
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