John dijo que poco a poco la vida fue retomando su curso, con los negocios volviendo a abrir, pero bajo las reglas del califato, y él debía tener siempre a la mano el documento que lo señalaba como cristiano y que había pagado el impuesto de sumisión.
Contó que una ocasión, un grupo de islamistas se bajaron de un auto y le gritaron por usar un corte de cabello occidental. Uno de ellos se bajó y luego de recriminarle, volvió al carro para sacar su pistola.
"Agarré para el papel declarando que yo era cristiano y estaba pagando el impuesto. Varias personas se acercaron para ver lo que estaba ocurriendo. Cuando le mostré el papel, lo tomó en sus manos, lo leyó y me lo dio de nuevo. Me miró a los ojos, se dio la vuelta y se fue", recordó.
John dijo que bajo el califato se enseña que se debe odiar a Occidente y que si bien en varias ocasiones conversaba normalmente con los yihadistas en el trabajo o en el gimnasio, las cosas cambiaban cuando "descubrían que era cristiano". "Ellos me aconsejaban convertirme en musulmán", señaló.