En la historia de la Iglesia y antes de que Benedicto XVI anunciara su renuncia al pontificado, explicando que debido a su avanzada edad considera carece de fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino, siete Papas habían tomado similar decisión.

El primer Papa en renunciar al pontificado fue San Clemente I, que ocupó la sede petrina desde el año 88 hasta el 96, padeciendo martirio al año siguiente. Lo arrojaron al Mar Negro encadenado a un ancla.

El Papa San Ponciano, que gobernó desde 230 a 235, heredó el cisma de Hipólito de Roma, que se había erigido como antipapa. Ambos fueron exiliados a Cerdeña (Italia). San Ponciano renunció al pontificado junto a Hipólito para permitir a la Iglesia de Roma la elección de un nuevo pastor que fue el Papa San Antero.

El Papa San Silverio, que ocupó la sede petrina de 536 a 537, renunció por el bien de la paz y de la Iglesia, tras ser depuesto por el general bizantino Belisario.

En 654 renunció el Papa San Martín, tras ser depuesto y deportado. Su falta de oposición a la designación de Eugenio como Pontífice, se asumió como una renuncia de facto.

El Papa Benedicto IX, que reinó intermitentemente en tres ocasiones entre 1032 y 1048, tras renunciar se retiró al monasterio de Grottaferrata para hacer penitencia.

En 1294, el Papa Celestino V renunció al pontificado, consciente de su incapacidad para conducir los asuntos de la Iglesia.

El Papa Gregorio XII renunció en 1415, mientras que el último Papa en renunciar antes de Benedicto XVI fue Clemente VIII, en 1429.

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