La Arquidiócesis de Medellín informó que el sacerdote Juan Guillermo Zapata se vio obligado a dejar su trabajo como sacerdote de su parroquia en el municipio de Bello, al norte de la ciudad, debido a que unos delincuentes luego de robarle, lo amenazaron de muerte.
En su homilía dominical en la parroquia San Maximiliano Kolbe, de la que se había encargado los últimos seis años, el Padre Zapata se despidió de sus feligreses, argumentando que su repentina salida se debe a unas amenazas de las cuales fue víctima el viernes 1 de septiembre, cuando unos delincuentes se le acercaron y después de robarle le advirtieron que debía salir cuanto antes del barrio Altos de Niquia, en donde está ubicada su parroquia.
El caso del padre Zapata no es el único en la zona. En febrero de 2005 el sacerdote Roberto Cadavid Arroyave, rector del colegio Nuestra Señora de Chiquinquirá de Niquia -ubicado a pocas cuadras de la parroquia-, también fue amenazado de muerte y debió abandonar su trabajo en la institución. En esta ocasión más de 600 niños del colegio marcharon por las calles del municipio en rechazo a esta intimidación.