El Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos respondió a la pregunta del diario del Vaticano L'Osservatore Romano: "¿Qué significado tiene en la óptica del Papa Francisco haber elegido canonizar juntos a Juan XXIII y Juan Pablo II?".

En la edición del 6 de julio de LOR, el Cardenal señaló que "ambos Pontífices tienen dos referencias comunes: el Concilio (Vaticano II), como evento evangélico de caridad y de paz, y la Iglesia, como madre generosa y presurosa, que se hace cercana a todo ser humano para dar consuelo, ayuda, sostenimiento y esperanza".

El Purpurado recordó que "Juan es el Papa bueno, padre de todos, católicos y no. Él abrazaba a la humanidad y la bendecía. Juan Pablo II es el Papa que en su centenar de viajes ha visitado al mundo entero, haciéndose mensajero de paz y promotor de la vida, de la fraternidad entre pueblos, de la acogida generosa de los necesitados".

El Prefecto explicó además que "ambos han sido protagonistas del (Concilio) Vaticano II. En segundo lugar, ambos han alcanzado el heroísmo de las virtudes cristianas, es decir la santidad. La santidad es su característica esencial. Santidad que significa vivir la vida buena del Evangelio en las situaciones en la que la Providencia los ponía".

"Para Juan XXIII fue responder con coraje y solicitud a la aspiración de convocar un Concilio ecuménico. Para Juan Pablo II fue haber actualizado el Vaticano II poniendo en evidencia sus ricas implicancias teológicas, litúrgicas, pastorales, devocionales, canónicas y catequísticas".

Para el Cardenal Amato, "Juan XXIII abrió el camino al aggionamento. Juan Pablo II, continuando la obra pionera de Pablo VI, llevó a ulteriores desarrollos el fermento de tal aggiornamento. Hoy la Iglesia vive de esta doble herencia, de la simplicidad del Papa bueno y del dinamismo del Papa misericordioso y sufriente".

El Purpurado recuerda luego la gran importancia de la Virgen María en ambos pontificados y resalta que Juan Pablo II le agradeció a la Madre de Dios haberlo salvado del atentado dl 13 de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro.

Tras recordar que Benedicto XVI permitió que se iniciara la causa de canonización de Juan Pablo II antes de los cinco años después de muerto, el plazo establecido normalmente en la Iglesia, el Cardenal precisó que "todo el proceso (…) ha sido seguido escrupulosamente, sin prisas ni superficialidades".

El Prefecto de la Congregación vaticana destacó que con la canonización de estos dos Papas, se enriquece la lista de "pastores sabios y santos: el venerable Pío XII, (el futuro) San Juan XXIII, el venerable Pablo VI, el siervo de Dios Juan Pablo I, (el futuro) San Juan Pablo II. Son pontífices que han hecho coincidir su magisterio con la santidad de la vida".