Al presidir en la Basílica Superior del Santuario de la Anunciación en Nazaret el rezo de las Vísperas con los sacerdotes, religiosos y representantes de movimientos eclesiales de Galilea, el Papa Benedicto XVI instó a los presentes y a todos los cristianos a permanecer en Tierra Santa siendo testigos de paz y unidad, a ejemplo de Santa María.
En su discurso el Santo Padre explicó que "lo que sucedió aquí en Nazaret, lejos de ser una mirada al mundo, fue un acto singular de Dios, una poderosa intervención en la historia, a través de la cual un niño fue concebido para traer la salvación a todo el mundo. La maravilla de la Encarnación sigue desafiándonos para abrir nuestro entendimiento a las posibilidades infinitas del poder transformador de Dios, de su amor por nosotros y de su deseo de estar unido a nosotros".
"Aquí el eterno y amado Hijo de Dios se hizo hombre y así hizo posible para nosotros, sus hermanos y hermanas, que compartiéramos su divina filiación. Ese movimiento de abajamiento todo lleno de amor hizo posible el movimiento ascensional de exaltación en el que nosotros también somos elevados en la vida de Dios mismo".