El grupo armado que controla una conocida "favela" –zona tugurizada– de la ciudad brasileña de Río de Janeiro dio esta semana un "ultimátum" a la Arquidiócesis para que cierre una parroquia y sus centros de ayuda comunitaria porque el párroco se niega a pagar la extorsión exigida por los delincuentes.
Los delincuentes armados, que constituyen una verdadera fuerza paramilitar, controlan la "Asociación de Vecinos de Río das Pedras", en el barrio carioca de Jacarepaguá, donde funciona la Parroquia Nuestra Señora de Loreto.
El presidente de la asociación de vecinos, conocido como "Beto Bomba", líder de una milicia que en el barrio le disputa el poder a los narcotraficantes, dio un ultimátum al P. Luis Antonio, párroco de Nuestra Señora de Loreto, para abandonar el edificio de apenas 150 metros cuadrados antes del 5 de mayo.