El Papa Francisco aseguró que "el abuso sexual es un pecado horrible, completamente opuesto y en contradicción con lo que Cristo y la Iglesia nos enseñan", y afirmó sentir vergüenza "por los abusos cometidos por ministros sagrados, que deberían ser los más dignos de confianza".
En un discurso entregado en mano a los miembros de la Pontificia Comisión para la Tutela de Menores, a los que recibió en audiencia en el Palacio Apostólico del Vaticano con motivo de la apertura de su Asamblea Plenaria, el Santo Padre quiso compartir "el profundo dolor que siento en el alma por la situación de los niños abusados".
"El escándalo del abuso sexual es verdaderamente una ruina terrible para toda la humanidad que afecta a tantos niños, jóvenes y adultos vulnerables en todos los países y en todas las sociedades. También para la Iglesia ha sido una experiencia muy dolorosa", lamentó.