La reina Isabel II de Reino Unido aprobó el 17 de julio la ley del mal llamado "matrimonio" gay, en un acto considerado por los Obispos católicos de Inglaterra y Gales como un "cambio social profundo", que olvida la centralidad de los niños y pone en riesgo la libertad religiosa.
En un comunicado emitido el 17 de julio, la Conferencia de Obispos de Inglaterra y Gales aseguró que "el matrimonio, a lo largo de los siglos, ha sido reconocido públicamente como una institución estable, que constituye un marco legal para la relación comprometida entre un hombre y una mujer, y para la crianza y cuidado de sus hijos".
"Por esta razón, ha sido reconocida como única y merecedora de protección legal".