Obispo español recuerda que todo hijo tiene derecho a tener padres

El Obispo de Tarazona, Mons. Demetrio Fernández, afirmó que “es derecho de todo hijo nacer del abrazo amoroso de sus padres, y ese abrazo no debe ser sustituido por la manipulación del laboratorio” en referencia a la Ley de Reproducción Humana Asistida, aprobada hace unos días en España.

En una reciente misiva Mons. Fernández también recuerda que “el sí a la vida que brota del sentido común y de la fe cristiana nos dice que desde el momento de la fecundación, tenemos una persona humana. La ciencia no contradice esta afirmación, sino que la fundamenta y la demuestra cada vez más”.

Asimismo, el Prelado precisa que “si hay una persona humana, merece todo el respeto del mundo. Una vida naciente debe ser protegida, y el claustro materno debe ser el lugar más seguro para el ser humano que empieza a vivir”.

Para el Obispo de Tarazona, uno de los argumentos que se invoca para la fecundación in vitro es el “derecho de los padres a ‘disfrutar’ de un hijo, como si el hijo fuera una cosa que se tiene a capricho. Y, si éste no puede ser engendrado, se ‘encarga’ a una clínica, que tiene que producir varios, por si alguno se estropea. Los que no se deseen, se congelan, y en último término se destruyen”.

“Para alcanzar el hijo deseado, –prosigue Mons. Fernández– hay que matar a otros engendrados por el camino. Sin embargo, es derecho de todo hijo nacer del abrazo amoroso de sus padres, y ese abrazo no debe ser sustituido por la manipulación del laboratorio. El asunto es más grave aún si la fecundación se realiza con esperma ‘anónimo’, tomado de un banco de semen”.

Luego de enumerar los distintos ataques a la vida que esta nueva ley permite, incluyendo la fecundación de “un óvulo de animal con semen humano (una auténtica bestialidad)”, el Prelado denuncia que “los políticos, que deben servir al bien del hombre y del hombre más débil e indefenso, se apuntan al progresismo de la ciencia, consienten los grandes intereses económicos y se sienten incapaces de frenar esta avalancha”.

La Iglesia desgañitándose a favor de la vida naciente