Al tiempo, se trata de un rezo "de muchedumbres y de soledad" que resulta "asequible a todos" y "entona el alma cada vez que se reza", describe el Obispo. El Santo Rosario "sirve para mantener el corazón atento al Señor, sirve para una oración comunitaria, para la meditación, para la oración contemplativa".
Mons. Fernández explica en su carta semanal que los misterios de gozo "nos ponen ante la alegría de la Navidad y su entorno"; los luminosos, "recorren la vida pública de Jesús"; los dolorosos "nos recuerdan el drama de la pasión y de la Cruz" y los gloriosos "nos presentan la gloria de la resurrección y su fruto en María".
El Prelado destaca los muchos frutos que el rezo del Santo Rosario produce, por ejemplo, en las comunidades del Cenáculo donde "se levantan a medianoche" para rezarlo, en especial los sábados, "para pedir por los que emplean mal su tiempo de diversión".