El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, señaló en su carta semanal que no existe amor más grande ni fuerza transformadora de la sociedad más potente que la que se encierra en el Sagrado Corazón de Jesús que se celebra durante el mes de junio.

En el texto enviado el 6 de junio a ACI Prensa, el Prelado explicó que Dios no es lejano ni insensible a las necesidades, sino que es en realidad "un Dios cercano, que ha enviado a su Hijo único, para que comparta nuestra existencia y nos haga partícipes de su gloria. Este Dios cristiano no ha tenido otro motivo para actuar así que su inmenso amor por nosotros, que somos criaturas suyas y que quiere hacernos hijos suyos".

"Celebrar al Corazón de Jesús es celebrar un amor más grande, que quiere introducirnos en su órbita de amor, para ser amados y enseñarnos a amar. La máxima expresión visible de ese amor es la Cruz y su prolongación en la Eucaristía".

Mons. Fernández reflexiona luego sobre los males del mundo y precisa que estos no se originan en Dios, que es autor solo del bien: "los males del mundo han sido introducidos en la historia por la incitación del demonio, padre de la mentira, y por el pecado del hombre, que ha mal usado su libertad" y que pretende ser como Dios apartándolo de su vida.

"Jesucristo, por el contrario, ha entrado en este mundo como hijo, en actitud de amorosa obediencia filial, colgado del Padre, para revelar al mundo que Dios es amor. No hay otro camino para disfrutar de Dios que la actitud de vivir como hijo en relación de obediencia filial al Padre. Nuestras soberbias y rebeldías han llevado a Jesús a la Cruz, que él ha vivido con amor, y en la Cruz ha reciclado todos nuestros pecados. 'Sus heridas nos han curado'".

Tras señalar que el culto al Sagrado Corazón incluye la actitud de reparación por los propios pecados y los del mundo, el Obispo afirma que celebrar esta fiesta significa dejarse envolver por el amor, "que sana nuestras heridas y nos hace disfrutar de los dones del Padre. Significa caer en la cuenta de tantos desamores o desprecios a Cristo, que tanto nos ha amado, y reparar tanto desamor por nuestra parte".

"Significa tener sed del Espíritu Santo, que brota a raudales del Corazón de Cristo traspasado de amor. Celebrar el Corazón de Jesús consiste en ponernos como él en lugar de los demás, cargando con sus pecados y con todas las secuelas del pecado, venciendo el mal a fuerza de bien".

El Obispo de Córdoba asegura finalmente que "no hay amor más grande, que el que se encierra en el Corazón de Jesús. Ni hay otra fuerza transformadora más potente para instaurar un mundo nuevo de justicia y de paz".