Mons. Moronta resaltó luego tres características de la vida de clausura: "apertura de corazón, permitiendo que entre el amor de Dios para luego transmitirlo a los demás; fe y amor, pues quien cree en Dios y lo contempla está enamorado de Él; y la sencillez, ya que un prepotente no es capaz de contemplar a Dios".
En la Misa a la que asistieron sacerdotes, religiosos, amigos y familiares de la Madre María de Cristo; acompañados de las religiosas de clausura desde su oratorio, el Obispo dijo: "Querida Madre, aquí estamos con cariño, gratitud y esperanza, compartiendo tu acción de gracias por enseñarnos a mirar para adelante confiando en Dios. Te damos gracias porque nos has enseñado que el sí es para siempre, copiando el modelo de la Virgen María para servir a Cristo".