Al presidir este mediodía (hora local) el rezo del Regina Caeli en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo transmitido también a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro a través de pantallas gigantes, el Papa Benedicto XVI resaltó que la misión de la Iglesia Católica es la de portar a todos el Amor misericordioso de Dios.
En sus palabras al concluir la Octava de Pascua, el Santo Padre recordó que fue el recordado Juan Pablo II quien instituyó la fiesta del domingo de la Divina Misericordia, en ocasión de la canonización de Santa María Faustina Kowalska, el 30 de abril del año 2000.
Benedicto XVI explicó que en este domingo el Evangelio de San Juan muestra el encuentro de Cristo resucitado con sus Apóstoles. "Jesús muestra los signos de la pasión, hasta conceder al incrédulo Tomás tocarlo. ¿Pero, cómo es posible que un discípulo pueda dudar? En realidad, la condescendencia divina nos permite sacar provecho también de la incredulidad de Tomás además de los discípulos creyentes. De hecho, tocando las heridas del Señor, el discípulo dudoso cura no solo su desconfianza sino también la nuestra", aseguró.