En su homilía, el Arzobispo de Nápoles, Mons. Domenico Battaglia, expresó que "si la liturgia de hoy no puede desarrollarse por las calles de Nápoles", entonces "son las calles de Nápoles, con sus habitantes y las mil historias de los callejones y barrios, que hacen su entrada en esta iglesia catedral través de nuestra oración y nuestro recuerdo".
"Hermanos y hermanas, hoy les ruego no ceder a la tentación de pararse en el umbral de la superficie, intrigados por el prodigio, presos del deseo de leer en él buenos deseos o presagios nefastos para nuestro futuro: la sangre, ya sea que se licué o permanezca en su santidad inalterada, nos debe remitir a la sangre de Cristo, en cuyo misterio pascual nos encontramos todavía y que es el único que da sentido al gran e intenso icono de la sangre que se licúa, para recordar que está siempre vivo en el sufrimiento y en la esperanza de todos los hombres y mujeres que son salvados por Jesús", reflexionó el arzobispo.
Más adelante, aseguró que la "sangre de los mártires no es una pieza de museo ni una simple reliquia para ser atesorada sino que es un signo vivo del hoy que se nos da, una clara indicación para este tiempo que estamos llamados a vivir, una profecía del camino en el que debemos vivir y una clara referencia a aquello por lo que vale la pena morir".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos y recibirás las noticias más relevantes para tu vida de fe.