En la resolución de 2017, las Naciones Unidas reconocen que el turismo sostenible es "instrumento positivo para erradicar la pobreza, proteger el medio ambiente, mejorar la calidad de vida y empoderar económicamente a las mujeres y los jóvenes, así como su contribución a las tres dimensiones del desarrollo sostenible, especialmente en los países en desarrollo".6 En esta línea, se debe promover la sostenibilidad "ecológica", que procura no modificar los ecosistemas; la sostenibilidad "social", que se desarrolla en armonía con la comunidad que acoge; la sostenibilidad "económica", que impulsa un crecimiento inclusivo. En el contexto de la Agenda 2030, el presente Año internacional se presenta como una oportunidad para favorecer políticas adecuadas por parte de los gobiernos así como buenas prácticas por parte de las empresas del sector, y para sensibilizar a los consumidores y a las poblaciones locales, poniendo de manifiesto cómo una concepción integral del turismo puede contribuir a un auténtico desarrollo sostenible.
4. Conscientes de que "en todo su ser y obrar, la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio", los cristianos queremos ofrecer nuestra contribución para que el turismo pueda ayudar al desarrollo de los pueblos, especialmente de los más desfavorecidos. Proponemos, por eso, nuestra reflexión. Reconocemos a Dios como Creador del universo y Padre de todos los hombres, que nos hace hermanos los unos de los otros. Ponemos al centro la persona humana; respetamos la dignidad de cada uno y la interacción relacional entre los hombres; compartimos el principio del destino común de la familia humana y el destino universal de los bienes de la tierra. El ser humano no actúa, por tanto, como dueño, sino como "administrador responsable". Al reconocernos como hermanos, comprenderemos "el principio de gratuidad y la lógica del don", y nuestros deberes de solidaridad, justicia y caridad universal.
En este punto nos preguntamos: ¿en qué modo estos principios pueden conformar el desarrollo del turismo? ¿Qué consecuencias se derivan para los turistas, los emprendedores, los trabajadores, los gobernantes y las comunidades locales? Es ésta una reflexión abierta. Invitamos a todas las personas implicadas a comprometerse en un serio discernimiento y a promover prácticas en esta línea, acompañando comportamientos y cambios en los estilos de vida hacía un nuevo modo de situarse en relación con el otro.
La Iglesia está ofreciendo su propia contribución, promoviendo iniciativas que ponen realmente el turismo al servicio del desarrollo integral de la persona. Por esto se habla de "turismo con rostro humano", que se concreta en proyectos de "turismo de comunidad", "de cooperación", "de solidaridad", así como en la valoración de su importante patrimonio artístico, que es un auténtico "camino de la belleza".