Líder indígena comparte en el Sínodo el drama de su pueblo

Líder indígena comparte en el Sínodo el drama de su pueblo
Yesica Patiachi durante la rueda de prensa hoy en la Sala Stampa del Vaticano. Crédito: Captura Youtube

Una de las representantes indígenas procedente de la Amazonía que participa en el Sínodo de los Obispos pidió ayuda al Papa Francisco para que lleve su mensaje a los organismos internacionales y así, evitar que se extingan como pueblo.

Se trata de Yesica Patiachi, profesora bilingüe en Puerto Maldonado (Perú), quien es auditora en el Sínodo de los Obispos sobre la Amazonía que se lleva a cabo en el Vaticano hasta el próximo 27 de octubre.

No es la primera vez que esta líder del pueblo harakmbut conversa con el Papa Francisco, ya que en enero de 2018 compartió su testimonio durante la visita papal en Perú, cita en la que el Santo Padre anunció la realización de la actual asamblea especial del Sínodo. 

En esa ocasión, fue portavoz de los pueblos indígenas para destacar sobre los numerosos sufrimientos y atropellos a través de la historia y en la actualidad.

En la rueda de prensa en la Sala Stampa del Vaticano este 16 de octubre, Yesica señaló: "los pueblos indígenas hemos sido, somos y seremos los guardianes de los bosques y el cuidar de la casa común es responsabilidad de todos".

"Le hemos dicho al Santo Padre que nosotros sentimos miedo porque estamos olvidando nuestra lengua, se va extinguiendo, porque nos asfixian los modelos de desarrollo que traen de afuera que no respetan la vida. Sentimos que los demás nos discriminan por hablar una lengua distinta", confió la líder indígena.

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En esta línea, Patiachi alertó que "muchos quieren ver a los pueblos indígenas en vitrina y no como una cultura viva. Así que también le hemos dicho que muchas instituciones y grandes empresas extractivas nos quieren debilitar. Quieren vernos divididos y nos quieren desaparecer, por eso nosotros queremos estar unidos y fortalecidos".

"Le hemos pedido al Santo Padre que lleve nuestro mensaje a los organismos nacionales e internacionales y que nos ayuden a fortalecer nuestra institución, que eviten que nos extingamos como pueblo, que respeten nuestras costumbres, nuestra lengua, que nos dejen vivir en libre determinación", relató.

Además, Yesica denunció que actualmente en las redes sociales "se escucha mucho de los nuevos defensores que alarman sobre el caos climático". Sin embargo, lamentó que "estos nuevos defensores no anuncian un mensaje desde la realidad de los pueblos indígenas, porque no son gente que viven en carne propia, los delitos y crímenes, ambientales que degeneran la casa común".

En este sentido, la líder harakmbut aseguró que sus abuelas y madres han alertado "sobre este caos climático desde hace mucho tiempo, solo que han sido invisibles" y añadió que "ningún periodista enfocó su protesta, al contrario, son perseguidas y asesinadas".

"En la actualidad no tenemos tribuna para denunciar estos delitos que atentan en contra de nuestra seguridad territorial, seguridad alimentaria, salud intercultural, educación intercultural bilingüe, resguardo de nuestros recursos naturales y saberes ancestrales, la vida plena".

"¿Dónde está la ONU? ¿Dónde está la OEA y otras instancias internacionales?", cuestionó la auditora del Sínodo quien también lamentó "los abusos, los asesinatos, tantas víctimas de trata de personas, los abusos sexuales, el maltrato a la mujer".

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De este modo, Yesica preguntó "¿dónde acudimos para denunciar estos delitos?" y agregó que los indígenas esperan de este Sínodo mayor "conciencia humana, no queremos que termine con un discurso mercantilista, ni como uno de sus tantos grandes discursos políticos del mundo, queremos que esto sea resultado de la conciencia humana para empezar a dar uso de los recursos renovables sin poner en riesgo a la humanidad y a la casa común". 

Asesinato de 10 mil harakmbut

Finalmente, Yesica relató una triste historia que ocurrió hace muchos años en el pueblo harakmbut, en Madre de Dios en Perú, que en aquel entonces contaba con 50 mil habitantes en la selva sur oriente del país sudamericano.

"Con la llegada de los caucheros, específicamente de Carlos Fermín Fitzcarrald, porque sé que hubo muchos más en la Amazonia, cuentan mis abuelos que al rehusarse los harakmbut a no trabajar como mano de obra barata, los mandaron matar. Los engañaron, los reunieron en una isla. Alrededor de 10 mi harakmbut murieron ese día, ellos no conocían la escopeta, ni las armas de fuego. Todos estos cadáveres fueron arrojados al Río Madre de Dios. Obviamente, los cuerpos putrefactos, quienes vivían más abajo bebieron estas aguas y murieron", relató.

"Es muy triste contar mi historia, pero es lo que puedo resumir. Como aparece Apaktone es este misionero dominico, José Álvarez, nosotros le decíamos Apaktone, que en mi lengua significa 'papá anciano'. Él vino en épocas como estas que estamos sufriendo, una época de aflicción, y enterado de esta situación, él vino de alguna otra forma, por nosotros y puedo decir que quizá si no hubiese sido por él, yo no estaría acá para contarles mi versión, para dar a conocer mi protesta", concluyó.

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