Ése fue el caso de la Hermana Facunda que fue denunciada y estando al lado de un enfermo fueron a apresarla para matarla en Barcelona. "Cuando se la llevaron cayó por las escaleras y se rompió la mandíbula y sangraba por la nariz. Abajo estaba la portera, que muy probablemente fue ella quien la denunció, pero la hermana Facunda se despidió saludándola amablemente con la mano y sonriendo. Perdonándola", explica a ACI Prensa la postuladora.
La hermana Elena Fernández subraya la importancia de este gesto: "Todos los mártires perdonan a quienes les hacen el mal. De hecho la hermana Facunda en alguna ocasión ante la violencia que sucedía manifestó a la comunidad que le gustaría ser mártir y dar la vida por las personas que persiguen a Dios y a la Iglesia y que rezaba para que llegara su conversión".
Las hermanas Fidela y Josefa fueron asesinadas juntas. El convento de Gandía fue cerrado por los milicianos y ellas buscaron refugio. Sin embargo las encontraron y aunque sólo querían llevarse a la Madre Fidela, que era superiora de la comunidad, la hermana Josefa no la quería dejar ir. Tanta fue su insistencia que los milicianos se llevaron a ambas y le dijeron: "Correrás su misma suerte".
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