"De manera simplista muchas veces se piensa que hay que sacar a la gente del país, pero la desaparición del cristianismo en Medio Oriente sería una terrible amenaza, el suicidio para el cristianismo occidental", aseguró la religiosa.
Destacó también que "es esta Iglesia martirial y perseguida la que está manteniendo y sosteniendo de alguna manera a la Iglesia en occidente. Por eso es tan importante ayudar a los refugiados, pero ayudarles a que no tengan que irse de su tierra porque es lo más lógico es que una familia esté en su ambiente, en su lengua, en su cultura", insistió la hermana Guadalupe.
La religiosa, al igual que los demás miembros de congregaciones presentes en Siria, tuvieron la oportunidad de volver a sus países de origen cuando estalló la guerra. Sin embargo, asegura que estar en constante riesgo de muerte vale la pena. "Recuerdo una madre de familia que me dijo que cuando se levantaba por la mañana y se sentía sin fuerzas para seguir adelante se acordaba de los religiosos que estamos allí, que podrían tomar un avión e irse a su casa, pero están en Siria todos los días", dijo y subrayó que la labor humanitaria que realizan allí es "acompañarles y llorar con ellos", para que sepan que "la Iglesia estará a su lado, hasta que quede el último cristiano".