El Papa Francisco presidió una celebración en la Basílica de San Bartolomeo en la Isla Tiberina, situada en medio del río Tíber, en el centro de Roma para orar por los "nuevos mártires" y en la que aseguró que la razón de la persecución que sufren los cristianos es el odio del demonio hacia los que han sido redimidos por Cristo.
"Si observamos bien, la causa de toda persecución es el odio del príncipe de este mundo hacia cuantos son salvados y redimidos por Jesús con su muerte y resurrección", afirmó en la homilía.
"Y el origen del odio es este: porque nosotros hemos sido salvados de Jesús, y el príncipe del mundo esto no lo quiere, él nos odia y suscita persecución, que desde tiempos de Jesús y de la Iglesia naciente continúa hasta nuestros días".