2 de septiembre de 2013 / 10:27 AM
Donde está Dios no hay odio, envidia y celos, y no existen aquellas habladurías que matan a los hermanos, lo dijo el Papa Francisco esta mañana en Santa Marta, donde ha vuelto a celebrar la Misa con diversos grupos luego de la pausa del verano europeo.
El encuentro de Jesús con sus coterráneos, los habitantes de Nazaret, como lo cuenta el Evangelio de San Lucas propuesto por la liturgia del día, estuvo al centro de la homilía del Papa.
Los nazarenos admiran a Jesús, observó el Pontífice, pero esperan de él algo asombroso: "querían un milagro, querían lo espectacular" para creer en él. De esta manera Jesús dice que no tienen fe y "ellos se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de matarlo":