Cada 26 de julio la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen María y abuelos del Señor Jesús. La tradición nos ayuda de esta manera a recordar la importancia de la 'familia grande' (abuelos, tíos, primos, etc.).
La responsabilidad de ser padres
Joaquín y Ana -santos patronos de los abuelos- fueron personas de profunda fe y confianza en las promesas de Dios. Ambos educaron a la Virgen María en la fe del pueblo de Israel, alimentando en Ella el amor hacia el Creador y contribuyendo de manera singular a que nuestra Madre estuviera lista para su singular vocación.