Farmacéuticos tienen derecho y deber de objetar píldoras abortivas, dice el Papa

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En un breve discurso dirigido a los participantes del 25° Congreso internacional de Farmacéuticos Católicos que se celebra en Roma, el Papa Benedicto XVI subrayó el derecho y deber de los farmacéuticos de negarse a vender productos abortivos, como la llamada “píldora del día siguiente”.

Durante el encuentro con los participantes del congreso que tiene como tema “Las nuevas fronteras de la acción farmacéutica”, el Pontífice se refirió primero al actual arsenal de medicamentos y las posibilidades terapéuticas que de él derivan, recordando a los farmacéuticos la necesidad de “reflexionar sobre las funciones cada vez más amplias que están llamados a desempeñar, en particular como intermediarios entre el médico y el paciente”, así como sobre su papel educativo con estos últimos en “el justo uso de los medicamentos” y para dar a conocer “las implicaciones éticas del empleo de determinadas medicinas”.

“En este ámbito –dijo– no es posible anestesiar las conciencias, por ejemplo sobre los efectos de las moléculas que tienen por objeto evitar la implantación del embrión o abreviar la vida de una persona”.

“El farmacéutico –prosiguió el Papa– debe llamar a la sensibilización para que todo ser sea protegido desde su concepción hasta su muerte natural y para que los medicamentos cumplan verdaderamente su papel terapéutico”.

"Por otra parte, ninguna persona puede ser utilizada como un objeto para realizar experimentaciones terapéuticas, que deben llevarse siempre a cabo según protocolos que respeten las normas éticas fundamentales”, agregó.

El Santo Padre subrayó que “todo intento de cura o experimentación debe efectuarse teniendo en cuenta el bienestar eventual de la persona, y no solo la búsqueda de avances científicos”; porque “la búsqueda del bien para la humanidad no puede conseguirse en detrimento del bien de las personas tratadas”.

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En el ámbito moral, la federación de farmacéuticos, agregó Benedicto XVI, “está invitada a hacer frente a la cuestión de la objeción de conciencia, que es un derecho que debe ser reconocido a los que ejercen esa profesión, para permitirles no colaborar, directa o indirectamente, en el abastecimiento de productos cuyos objetivos sean claramente inmorales, como por ejemplo el aborto y la eutanasia”.

Conviene también que “las diferentes estructuras farmacéuticas den importancia a la solidaridad en el campo terapéutico, para permitir el acceso a los cuidados y a las medicinas de primera necesidad a todas las clases sociales y en todos los países, y especialmente a las personas más pobres”.

Las ciencias biomédicas están al servicio del ser humano

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