El Purpurado afirmó que aunque el mundo pensara que McDonald parecía incapaz de ofrecer algo de valor a la sociedad, "éste demostró que nuestro valor nunca descansa en lo que podemos hacer, sino en quién somos, hijos e hijas de un Dios amoroso que da a cada uno de nosotros su imagen y semejanza".
"Todo esto se reflejaba en la notable fe católica de Steven. Cuando lo visité en el hospital el domingo pasado, su habitación parecía la Catedral de San Patricio, llena de gente –sacerdotes, policías, familiares, amigos– todos rezando por él cuando estaba cerca de la muerte", detalló.
También, el Arzobispo de Nueva York pidió a todos los neoyorquinos que recuerden a Steven como el ejemplo de "unidad y reconciliación" en los momentos en que el "estado de ánimo colectivo parezca ser uno de división, rencor y discordia".
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