El Papa Francisco visita hoy Bosnia-Herzegovina, un país duramente afectado por una guerra sostenida sobre conflictos étnicos, a inicios de la década de 1990. Las víctimas mortales suman más de 97 mil, y son casi dos millones de personas las que resultaron desplazadas.
En el marco de la visita del Santo Padre, tres ex prisioneros de guerra dieron su testimonio, e hicieron un nuevo llamado a la reconciliación. Un serbio, un croata y un bosnio se sentaron juntos en una reunión organizada el 5 de junio por Cáritas, en la escuela católica de Sarajevo.
"Yo no odio a ninguna etnia, no odio a los hombres en cuanto a su categoría. Solo sé que aquello que me han hecho a mí no puede ser atribuido a un pueblo entero", asegura Janko Samolikovic, de Visegraad (Hungría), uno de los supervivientes de los campos de prisioneros de la guerra de la ex Yugoslavia.