5 de febrero de 2005 / 9:51 a. m.
Durante la Jornada de la Vida Consagrada celebrada en Granada y organizada por la Conferencia Española de Religiosos y Religiosas (CONFER), el Arzobispo de Sevilla, Cardenal Carlos Amigo, resaltó la importancia de la unión con Cristo y afirmó que “la vida consagrada y la Eucaristía se unen de tal manera que queman en amor a la persona”.
En una conferencia titulada “Eucaristía y Vida Consagrada”, el Arzobispo explicó que “la vida consagrada se sitúa entre la encarnación de Dios en la Virgen María y el misterio Pastoral que vivimos en la Eucaristía. Y aquí hay un punto de coincidencia que es la donación en la Eucaristía. La vida consagrada es como esta continua peregrinación entre el misterio de la consagración y el de la eucaristía”.
El Cardenal se refirió a “las vivencias existenciales de la vida consagrada” y mencionó como la primera la santidad: “Dios nos ha hecho para Él y andamos de un lugar para otro sin encontrar el lugar propio de cada uno de nosotros. El ansia de búsqueda de Dios es algo que no se ha mitigado; no estamos en paz hasta que no lo encontramos a Él”.
La segunda, agregó, es la pobreza. “La vida consagrada no puede prescindir de la pobreza en su sentido más profundo. Yo soy tan pobre, tan pobre, que sólo tengo a Dios. No tengo otros poderíos, otros apoyos, soy tan pobre tan pobre que sólo tengo a Dios”, afirmó el Purpurado y añadió que la tercera vivencia existencial es la Cruz: “tenemos que asumir la cruz de la marginación a los cristianos”.
“La Eucaristía es la más bella expresión del amor de Cristo. La vida consagrada tiene como razón de su vida cristiana la Eucaristía”, continuó.
El Cardenal Amigo resaltó la importancia de la obediencia, en la que “uno se hace don para los demás y se pone en manos de una persona que le ayuda fraternalmente. El misterio personal es la muerte de Cristo para dársela a los demás”.