Tres madres de niños con síndrome de Down cuentan su experiencia de luchar por la vida a pesar que los médicos aseguraban que sus hijos no tendrían un buen futuro, ofreciendo a dos de ellas la posibilidad de abortarlos.
Cuando Lorraine Buckmaster quedó embarazada a los 45 años del menor de sus cinco hijos, Jaxon, no se imaginaba todo lo que iba a enfrentar.
La ecografista le indicó que el bebé mostraba probabilidades de tener alguna afección, por lo que era necesario una amniocentesis, una prueba donde se saca un poco de líquido amniótico para detectar afecciones, pero que puede causar, en bajas probabilidades, abortos espontáneos.