Pero les diré una cosa: Yo voy al confesionario, confieso a las personas; ahora no tanto como lo hacía en la otra diócesis... Cuando viene una mamá o un papá jóvenes, le pregunto: "¿Cuántos hijos tienes". Y siempre les hago otra pregunta: "Dime, ¿juegas con tus hijos?". La mayoría (responde) , "¿Cómo, padre?" – "Sí, sí: ¿?juegas? ¿Pierde el tiempo con sus hijos?".
Estamos perdiendo esta ciencia, esta sabiduría de jugar con nuestros niños. La situación económica nos empuja a ello, a perder esto. Por favor, ¡perder el tiempo con nuestros niños!
El domingo: usted se ha referido al domingo de la familia, a perder el tiempo... Este es un punto "crítico", un punto que nos permite discernir, evaluar la calidad humana del sistema económico en el que nos encontramos. Y dentro de este contexto también se coloca el tema de trabajar el domingo, lo que interesa no sólo a los creyentes, sino que interesa a todos, como elección ética.
Es este espacio de gratuidad que estamos perdiendo, ¿eh? La pregunta es: ¿a qué queremos dar prioridad? El domingo libre de trabajo- con la excepción de los servicios necesarios – está para afirmar que la prioridad no va a lo económico, sino a lo humano, a lo gratuito, a las relaciones no comerciales sino familiares, a los amigos, para los creyentes a la relación con Dios y con la comunidad.