En este sentido, el Papa destacó que en Macedonia del Norte "hay una hermosa tradición, la de los artesanos escultores, hábiles en tallar y trabajar la piedra" por lo que afirmó que "es necesario ser como esos artistas y convertirnos en buenos escultores de los propios sueños. Un escultor toma la piedra en sus manos y lentamente comienza a darle forma y a transformarla, con dedicación y esfuerzo, y sobre todo con muchas ganas de ver cómo esa piedra, por la que nadie daría nada, se convierte en una hermosa obra de arte".
"Los sueños más bellos se conquistan con esperanza, paciencia y empeño, renunciando a las prisas", señaló el Papa quien recordó al mismo tiempo que "no hay que detenerse por inseguridad, no hay que tener miedo de apostar y de cometer errores" y más bien "sí hay que tener miedo a vivir paralizados, como muertos en vida, convertidos en seres que no viven porque no quieren arriesgar, porque no perseveran en sus empeños o porque tienen temor a equivocarse". "¡No tengan miedo de volverse artesanos de sueños y esperanza!", alentó.
Por otro lado, el Santo Padre confió cuál ha sido la mejor lección de su vida. "En los años que tengo -y no son pocos-, ¿Saben cuál es la mejor lección que he visto y conocido a lo largo de mi vida? El 'cara a cara'. Hemos entrado en la era de las conexiones, pero poco sabemos de comunicaciones. Muy conectados y poco involucrados los unos con los otros. Porque involucrarse pide la vida, exige estar y compartir momentos buenos... y no tan buenos", advirtió.
Al terminar su discurso, una joven invitó a rezar juntos la oración de Madre Teresa '¿Señor quieres mis manos?' para que se graben esta certeza y puedan vivirla en su vida: