En la Misa que presidió este lunes en la capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco alentó a pedirle a Dios la gracia del coraje para seguir adelante, incluso ante "situaciones extremas".
El Santo Padre desarrolló su homilía deteniéndose en las figuras que nos presentan la Primera Lectura, tomada del Libro de Daniel, y el Evangelio: los jóvenes judíos esclavos en la corte de Nabucodonosor y la viuda que va al Templo a adorar al Señor.
"Ambos –la viuda y los jóvenes– han arriesgado. En su riesgo han elegido al Señor, con un corazón grande, sin interés personal, sin mezquindad. No tenían una actitud mezquina. El Señor, el Señor es todo. El Señor es Dios y se confiaron en el Señor. Y esto no lo han hecho por una fuerza –me permito la palabra– fanática, no: 'Esto debemos hacerlo, Señor', ¡no! Es otra cosa: se han confiado, porque sabían que el Señor es fiel. Se confiaron a aquella fidelidad que existe siempre, porque el Señor no puede mutarse, no puede: es fiel siempre, no puede no ser fiel, no puede renegarse a sí mismo".