"El mar, que muchos pueblos abraza, con sus puertos abiertos, recuerda que las fuentes del vivir juntos se encuentran en la acogida recíproca. Ya ahora me siento acogido por vuestro afecto y agradezco a cuantos desde hace tiempo están preparando mi visita".
Sin embargo, el Papa piensa también "en aquellos que, en estos años y todavía hoy, escapan de las guerras y de la pobreza, arriban a las costas del continente y más allá, y no encuentran hospitalidad, sino hostilidad, e incluso son instrumentalizados. Son hermanas y hermanos nuestros. ¡Muchos han perdido la vida en el mar!".
"Hoy el 'mar nuestro', el Mediterráneo, es un gran cementerio. Como peregrino de las fuentes de la humanidad, acudiré una vez más a Lesbos, con la convención de que las fuentes del vivir juntos volverán a florecer en la fraternidad y en la integración: juntos. No hay otro camino, y con esta ilusión, este deseo, acudo a vosotros".
"Queridos hermanos y hermanas, con estos sentimientos no veo la hora de encontraros a todos, ¡a todos! No sólo a los católicos, ¡a todos! Y sobre todos invoco la bendición del Altísimo mientras llevo ya ante Él vuestros rostros y vuestras inquietudes, vuestras preocupaciones y vuestras esperanzas", concluye el Papa Francisco su mensaje.