Por otro lado, "la Casa de María es también la 'casa de la familia'. En la delicada situación del mundo actual, la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer asume una importancia y una misión esenciales. Es necesario redescubrir el plan trazado por Dios para la familia, para reafirmar su grandeza e insustituibilidad al servicio de la vida y la sociedad".
También "la Casa de María es 'la casa de los enfermos'. Aquí encuentran acogida los que sufren en cuerpo y espíritu, y la Madre trae a todos la misericordia del Señor de generación en generación. La enfermedad hiere a la familia y los enfermos deben ser acogidos dentro de la familia. El hogar y la familia son los primeros cuidados de los enfermos para amarlo, apoyarlo, alentarlo y cuidarlo. Por esta razón, el santuario de la Santa Casa es el símbolo de cada hogar acogedor y santuario de los enfermos. Desde aquí les envío a todos, en cualquier parte del mundo, un pensamiento afectuoso".
El Papa Francisco también tuvo palabras dirigidas a las realidades eclesiales vinculados al Santuario de Loreto, a quienes dijo que Dios, por medio de María "les confía una misión en este tiempo a ustedes: llevar el Evangelio de la paz y de la vida a nuestros contemporáneos a menudo distraídos, atrapados por intereses terrenales o inmersos en un clima de aridez espiritual. Se necesitan personas sencillas y sabias, humildes y valientes, pobres y generosas. En resumen, personas que, en la escuela de María, acojan el Evangelio sin reservas en sus vidas".
El Papa cerró su discurso pidiendo "que la Virgen Santa ayude a todos, especialmente a los jóvenes, a recorrer el camino de la paz y de la fraternidad basadas en la acogida y en el perdón, en el respeto del otro y su amor que es don de sí. Que nuestra Madre, estrella luminosa de alegría y de serenidad, done a las familias, santuarios del amor, la bendición y la alegría de la vida".