"Y desde Jerusalén, ciudad amada por los fieles de las tres religiones monoteístas, que está llamada a ser un lugar símbolo de encuentro y de coexistencia pacífica, en el que se cultivan el respeto recíproco y el diálogo, mi pensamiento no puede dejar de ir a toda la Tierra Santa, para recordar la urgencia de que la Comunidad internacional entera, con valentía y sinceridad, y en el respeto del derecho internacional, confirme de nuevo su compromiso de sostener el proceso de paz israelí-palestino", añadió el Papa.
Además, el Santo Padre dirigió su pensamiento a Yemen "que vive una de las más graves crisis humanitarias de la historia reciente, en un clima de indiferencia general por parte de la Comunidad internacional, y a Libia, que desde hace muchos años experimenta una situación de conflicto, agravada por las incursiones de grupos extremistas y una nueva escalada de violencia en los últimos días".
En este sentido, el Pontífice condenó también "el flagelo de la explotación y del tráfico de seres humanos, que es alimentado por personas carentes de escrúpulos, que explotan la pobreza y el sufrimiento de los que huyen de situaciones de conflicto o de la pobreza extrema" y alertó que muchas personas "terminan presa de auténticas mafias que los retienen en condiciones deshumanas y degradantes, y los hacen objeto de torturas, violencias sexuales, extorsiones".